SentA� la fortuna de llegar a la parada y encontrar la combi que me llevaba, ya adentro me di cuenta que no habA�a lugar para ir sentada, asA� que me tocaba ir doblada, dos calles adelante se desocupA? un lugar, por cercanA�a me tocaba a mi y no dudA� en tomarlo, se trataba de un gran lugar pues estaba cerca de la ventana, me permitiA? reflexionar en que deberA�a usar mA?s seguido el transporte pA?blico, pude ver y sentir cosas que cotidianamente no puedo. En la parte de hasta atrA?s iban tres hombres en sus ojos reflejaban el cansancio de una dura jornada, eso es belleza, sus miradas recias me dieron confort, me permitieron confiar en que somos un pueblo muy trabajador, resistente, sentA� mucha admiraciA?n, de pronto subiA? una mujer, ya no habA�a lugar para que se sentara, en su mano llevaba una bolsa de esas que te dan en la carnicerA�a a fin de aA�o, mi conciencia me preguntA?: A?deberA�a cederle mi asiento? mi egoA�smo me dijo: a�?parecemos de la misma edad, las dos estamos cansadas, yo me subA� antes y probablemente yo vaya mA?s lejosa�?, sin pensarlo mA?s le carguA� su bolsa para que se pudiera sostener bien del tubo. Seguramente asA� debe funcionar el poder, cuando lo tienes, ayudar con lo que estA� en tus manos para que los demA?s tengan mA?s seguridad en su andar, vayan a donde vayan.

Junto a mi iba una mujer absorta en su celular, de vez en cuando soltaba una sonrisa un poco chiveada, sus ojos brillaban de enamoramiento, me identifiquA� con ella, creo que el amor y la pobreza son condiciones humanas que te permiten sentir compasiA?n por otros. El fin de semana anterior lo habA�a pasado de viaje con mi a�?peoresnadacasitodoa�?, estA?bamos sentados en un restaurant italiano degustando las opciones de la carta, todo bien romA?ntico, miradas melosas, sonrisas bobas, meseros atentos y elegantes nos complacA�an en una terraza coquetona que daba a la calle. Justo cuando la mesa estaba rebosante de platillos, se acercA? un hombre con facha de anciano, A?estaba arruinando el idA�lico momento? de su mano colgaba una maleta, de sus pies el cansancio, al verlo a los ojos reconocA� esa mirada que provoca el hambre y la devastaciA?n, muy respetuoso mendigaba un taco, mi compaA�ero asintiA?, el hombre se sentA? en otra de las mesas, los meseros a la expectativa, yo no supe quA� hacer, la realidad es que no tenA�a dinero para pagarle una cuenta en ese restaurant, saquA� de mi bolsa los A?nicos cincuenta pesos que llevaba y se los dA�, el me dijo: no tienes que darme dinero, con un taco me conformo.

En el local de enfrente, habA�a un lugar de comida rA?pida, gustoso se metiA? y yo contuve el llanto, aunque en ese momento le habA�a dado todo lo que tenA�a, sentA� mucha impotencia porque sabA�a que eso servirA�a solo por unas horas, porque al rato ese hombre volverA�a a tener hambre, porque yo tambiA�n he sentido la angustia que produce no tener la seguridad de tener algo para comer en las prA?ximas horas, porque aunque estaba dA?ndolo todo, no estaba haciendo la diferencia. IntentA� recuperar el mA?gico momento, abrA� grandes grandes mis ojos para darles mA?s espacio a las lA?grimas y que no salieran de mi vista, descansA� en la sonrisa amorosa de mi novio. Minutos despuA�s saliA? el hombre de la tienda, sonriente, como si hubiera ganado la loterA�a, nos diA? las gracias empuA�ando en alto su comida. RompA� en llanto.

A?QuA� te conmueve tanto?, me preguntA? mi compaA�ero; llanto, llanto, llanto, meseros preocupados, silencio, mocos, reflexiA?n: muchos han sido los intentos por cambiar esta pinche situaciA?n, por asegurar que no haya gente comiendo de la basura, porque mujeres dejen de ser violentadas, porque hombres dejen de ser humillados, porque niA�os tengan acceso a las herramientas que les garantice sobrevivir de una forma digna, y nada basta, siento que he perdido tanto tiempo, que me he desviado preocupA?ndome por discusiones estA�riles, no he encontrado cA?mo hacer la diferencia, muchas veces creo que ni para mi. Catarsis, llanto, impotencia, llanto, silencio, meseros sirviendo refresco.

La Ruta 2 es de mis favoritas en Xalapa, me gusta el recorrido que hace, es tan largo que me da tiempo de fantasear con imposibles, serA�a perfecto si no pasara por el rA�o apestoso de la avenida MA?rtires 28 de Agosto, pero es inevitable, yo todavA�a pago descuento de estudiante en el camiA?n, aunque salga un pesito mA?s caro prefiero tomar la combi, tengo la creencia de que es mA?s rA?pida y ademA?s puedo ir viendo los rostros de los demA?s pasajeros, es como ir de paseo en familia. A la altura de Sayago se desocupA? un lugar, la mujer se sentA? y yo le entreguA� su bolso. No podA�a dejar de mirarla, A?de dA?nde viene, a quA� se dedicarA?, dA?nde se va a bajar?, dejA� de ponerle atenciA?n porque necesitaba concentrarme en agarrarme bien, A?cafre al volante!

Pasando el rastro me bajA�, me detuve en la tienda para comprar alguna botana, apretA� el paso intentando contrarrestar los minutos que tenA�a de retraso, cual fue mi sorpresa que en medio de la calle iba caminando aquella mujer a la que le carguA� la bolsa en la combi, resultA? que A�bamos en la misma direcciA?n, yo con prisa ella con cansancio, A�ramos solo nosotras en la obscura calle, sin hablarnos haciA�ndonos compaA�A�a. Nuestro destino no era el mismo, pero era tan cerca el uno del otro que nos permitiA? compartir hasta el final. Pensaba que un poco de eso se trata la vida.

Hay muchas respuestas que solo con el paso del tiempo podemos obtener, constantemente envidio la certeza que el destino presume tener, pero como dijo Shakespeare: a�?El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamosa�?. Y si algo tengo claro es que mientras dure la partida mA?s nos vale jugar con estrategia y tener siempre un As bajo la manga. Lectores mA�os, mi partida aun no estA? ganada, no sA� cuA?nto tiempo le quede, pero lleva 31 aA�os ya y mientras haya jugadores, seguirA� intentando hacer la diferencia, la mesa estA? puesta, A?quiA�n le apuesta?