El pasado martes policías de Chicontepec le marcaron el alto al conductor de un Avenger color blanco con placas de circulación YKL 41-33. El conductor resultó ser un mozalbete de 20 años con aliento etílico que quiso huir pero fue detenido. En el interior del auto se encontraron envases de cerveza y un envoltorio con marihuana.
A la hora de realizar las pesquisas resultó que el Avenger pertenece al gobierno estatal y está asignado a la Secretaría del Trabajo Previsión Social y Productividad, mientras que su conductor, Efrén Rogelio Cárdenas Arguelles, dijo ser hijo de la titular de esa dependencia Guadalupe Argüelles Lozano.
Si alguien pensó que acusarían a los policías de haberle ‘sembrado’ la mota y las chelas al nene, se equivocó en redondo.
El muchacho fue puesto a disposición de las autoridades y horas después el gobernador Cuitláhuac García, le “aceptó” la renuncia a Argüelles Lozano “por asuntos del ámbito personal que requieren su atención”, según escribió el propio mandatario estatal en su cuenta de Twitter.
Esto es una falacia porque las cosas no sucedieron así. Cuitláhuac le ordenó con carácter de urgente que le entregara la renuncia y la ahora ex funcionaria tuvo que obedecer.
La presencia de Guadalupe en la STPSP se había vuelto insostenible casi desde que tomó el cargo. Si bien es cierto que aparecía en la nómina como titular de la dependencia, el verdadero Secretario del Trabajo era su esposo Gonzalo Vicencio Flores, que además funge como secretario general de Morena en Veracruz.
Guadalupe se vio envuelta en un escándalo cuando en marzo del año anterior nombró Jefa del Departamento Jurídico y de Amparos a Quetzalli Cárdenas Argüelles de quien dijo: “Es honesta, tiene el perfil y participó de manera destacada para que se diera el cambio verdadero. Es mi hija y no por ser mi hija está aquí; sino porque es parte de esta transformación y por eso se los informo, para que no se diga que esto es nepotismo”.
Aunque al final la muchacha fue retirada del cargo, a su madre no le importó violar varios artículos de la Ley de Responsabilidades Administrativas, ni que el escándalo traspasara las fronteras de Veracruz.
El paso de Guadalupe por la STPSP estuvo plagado de irregularidades y acusaciones de abuso de autoridad, nepotismo, corrupción y malversación de fondos.
Otro escándalo lo protagonizó el 11 de marzo de este año en Tantoyuca en compañía de su esposo, al tratar con malos modos y a golpes a militantes de su partido, Morena, que habían tomado las instalaciones de la Secretaría del Bienestar en protesta por despidos injustificados.
Con todo esto a cuestas, Guadalupe no tuvo empacho en soltarle a su crío uno de los autos asignados a la STPSP para que lo presumiera con sus amiguitos hasta que lo sorprendieron encervezado y con mota.
De ahí se agarró el gobernador para pedirle la dimisión.
¿Qué va a pasar?
Nada. Si en efecto hubo malversación de fondos ese dinero ya se perdió. Y si hubo actos de corrupción se echarán al cajón del olvido.
En cuanto al mozalbete, de seguro ya salió de la cárcel o está a punto de salir y no responderá por el delito de usar un vehículo que no era suyo. El Avenger lo disfrutará otro zángano y a Guadalupe no la investigarán por lo que puede dormir tranquila. Lo que interesaba era su renuncia y esa ya está.
Pero si la mujer perdió, el otro perdedor es Gonzalo Vicencio Flores que estaba más que puesto para ser el próximo presidente estatal de Morena. Si ya era mal mirado por golpear a sus correligionarios, el empujoncito que le faltaba se lo dio el hijo de su esposa que lo sacó de la jugada y dio al traste con sus aspiraciones políticas.
Quienes están la mar de felices son Juan Javier Gómez Cazarín y Esteban Ramírez Zepeta, rivales de Gonzalo, pero la fórmula favorita del gobernador para dirigir los destinos de Morena en la entidad.
Caray con los hijos, la de dolores de cabeza que cuesta consentirlos.
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