Desde el Café

Si eso no es odio, cómo se llama

Por Bernardo Gutiérrez Parra

Como por ahí de la número doce, perdí la cuenta de las visitas que Andrés Manuel López Obrador ha realizado a Veracruz como presidente en funciones. Es sin duda el mandatario que más ha frecuentado la entidad, como también el que menos ha hecho por ella. ¿Acaso sabes lector de una obra por la que se le vaya a recordar? ¿Sabes al menos de un aula que haya inaugurado en alguna comunidad rural?

Sus visitas han sido para grillar y enervar a los veracruzanos. Porque mira que decirles lo bendecidos que son por tener de gobernador a Cuitláhuac García, eso sí que calienta.

Pero el presidente no se ha detenido ahí; le gusta decirles “paisanos”, dorarles la píldora, apapacharlos, endulzarles el oído pero no les ha dado nada. Parafraseando a un tuxpeño: “ni una reata para que nos ahorquemos”.

¿Por qué ha sido tan displicente con la paisanada? Por una razón: odia a Veracruz y a los veracruzanos.

Lo que sí ha hecho es quitarles al menos el balasto, esa gravilla que se coloca como soporte para que sobre ella se tiendan los rieles y durmientes de una vía como la del Tren Maya.

El balasto es una piedra difícil de conseguir y uno de los lugares que la tenía era un cerro en la comunidad de Balzapote que pertenece a Los Tuxtlas. Por centurias ese cerro vio salir el sol detrás del azulado horizonte mientras era bañado por las aguas del Golfo de México, hasta que decenas de retroexcavadoras lo convirtieron literal, en gravilla.

Exactamente lo mismo que ocurrió en la península de Yucatán con más de 10 millones de árboles que fueron cercenados hasta la raíz para que por ahí pase el trenecito del presidente.

Bueno, pero pulverizar ese cerro sirvió para darle trabajo a cientos de veracruzanos ¿o no? Pues no.

Ese cerro sirvió para engrosar en cientos de millones de pesos la cuenta bancaria de Gonzalo López Beltrán alías el Bobby, el tercer hijo de Andrés Manuel que por cinco años se manejó con bajo perfil, hasta que el pasado martes un reportaje en Latinus dado a conocer por Carlos Loret de Mola, lo presentó como el articulador de una red de negocios y de tráfico de influencias que controla miles de millones de pesos, según Mario Gutiérrez Vega, autor del reportaje.

Amílcar Olán, amigo de años de Bobby y a quien convirtió de la noche a la mañana en un exitoso y millonario empresario, es propietario de la mina Independencia que se encuentra en Actopan y desde donde también se saca el balasto para el Tren Maya. Amílcar es el encargado de fletear el balasto y confesó que nomás en seis meses se echó a la bolsa 250 millones de pesos de utilidades.

¿Y qué es lo que hace Bobby? Coyotear con los grandes consorcios multimillonarios contratos no solo del Tren Maya, sino de otras obras ordenadas por su papi que le reditúan ganancias millonarias.

Pero no hablaré más del reportaje (que te recomiendo veas, lector), ni de la explotación del balasto que dejó en la inopia a cientos de veracruzanos que no vieron ni un peso de esa explotación, ni de lo corrupto que son los hijos de Andrés Manuel, sino del odio de éste por esta bendita tierra y sus habitantes.

Y es que se necesita tener mucho odio para empotrar de gobernador a un sujeto como Cuitláhuac García catalogado como uno de los peores políticos del país, y a un secretario de Gobierno como Eric Cisneros que, aunque ya no está en el cargo, hizo pomada la política interna y violó la ley a su antojo.

Y si lo de Cuitláhuac y Eric estuvo muy grueso, lo que viene está peor.

Para la elección de este año López Obrador tuvo para escoger entre miles de veracruzanas capaces y de envidiable brillantez política e intelectual, a una candidata para la gubernatura, pero prefirió a lo peorcito de su baraja. Una fuereña con broncas de neurosis, de mecha muy corta, autoritaria y grosera, que desconoce la entidad y sus problemas. Una mujer tan presuntuosa y petulante como incapaz que dejó tirado en Dos Bocas un (hasta ahora) inservible armatoste que costó más de 24 mil millones de dólares.

A esa mujer que está acusada de haber hecho multimillonarios a sus compadres y familiares y que es uno de los más claro ejemplos de la corrupción que hay en Morena, Andrés Manuel la piensa dejar de herencia y para eso ha puesto a su disposición todo el aparato del Estado.

Si eso no es odio por Veracruz y su gente, lector, entonces no sé cómo se llame.

bernardogup@hotmail.com