Por José Luis Enríquez Ambell
Los veracruzanos aceptamos con naturalidad que estamos conectados al mundo y que esta conexión nos influye; sin embargo, hay eventos de nuestra vida cotidiana cuyas características nos pasan inadvertidas.
Como ejemplo: nuestros paisanos de Acayucan, Sayula de Alemán, la región sur y Los Tuxtlas ven pasar, cada vez con más frecuencia, a personas de Centro y Sudamérica, del Caribe; incluso, de otras partes del mundo sin percatarse que son testigos de un fenómeno importante de nuestra época, y cuya dimensión futura se desconoce para el país, y para las personas involucradas.
Migrar significa dejar atrás el lugar donde uno reside para establecerse, temporal o definitivamente en otra región o en otro país. Cuando se atraviesan fronteras nacionales surge el problema de si el migrante lo hace cumpliendo los requisitos establecidos o lo hace como indocumentado. En la respuesta a esta sencilla pregunta se define gran parte del drama cotidiano de cientos de personas que llegan a nuestro territorio carentes de documentos para establecerse aquí o para ir de paso siguiendo su sueño de cruzar a los Estados Unidos.
La mayoría de los migrantes que cruzan por nuestro territorio vienen motivados por las mismas razones que los impulsan a abandonar su lugar de origen: Aumento de la población más allá de los recursos de su entorno, que provoca que los jóvenes no tengan trabajo, dinero, ni un futuro mejor; de ahí que se arriesguen a explorar lo desconocido.
En muchos casos la violencia criminal que presiona a sus comunidades abona a que pueblos enteros se desarraiguen buscando seguridad.
Los desastres naturales son también grandes expulsores de población nativa, un ejemplo cercano es el éxodo de haitianos que dejó el reciente temblor de agosto del presente año cuyos efectos migratorios se observan en las caravanas que van desde Chiapas hasta Tijuana, Tamaulipas y, desde luego, pasando por todo Veracruz.
El cambio climático es y será un impulsor de movimientos poblacionales que seguirán dándose, sin duda.
Al inicio del presente Gobierno federal se anunció una política de protección al migrante que no prosperó debido a la llegada de más personas del exterior y a la presión del gobierno de los Estados Unidos, por lo que en 2019 se dio un giro importante que predomina hasta hoy, se trata del despliegue de la Guardia Nacional como elemento principal para controlar la migración.
En la intervención del presidente AMLO el 9 de noviembre en el Consejo de Seguridad de la ONU propuso el “Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar” que contiene medidas de solución global para atacar la pobreza, la desigualdad y las causas de la migración, el cual deberá ser discutido por los representantes no sólo de los Gobiernos sino de los principales poseedores de la riqueza a nivel internacional. Falta mucho camino por recorrer; y por el momento la respuesta está en suspenso, pero lo que es seguro es que los paisanos del sur de Veracruz seguirán siendo testigos de la migración.
¡ ES CUANTO !