Bernardo Gutiérrez Parra
Cuando en 2005 el empresario Miguel Alemán Magnani anunció el inicio de operaciones de la aerolínea Interjet de su propiedad, nadie le quitó de la cabeza a los veracruzanos que ellos “cooperaron” involuntariamente con 3 mil 500 millones de pesos para echar a volar esa empresa.

Es más que sabido que semanas antes de dejar el poder, el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco (o el gobierno de Veracruz, para que se oiga más decente), solicitó y obtuvo de Banobras un préstamo por esa cantidad y es la hora en que nadie sabe explicar qué se hizo de ese dinero.

La aerolínea empezó con el pie derecho con una flota de tres aviones Airbus A320. Para el año siguiente incorporó otros cuatro aviones y en 2007 tres más con los que sumó diez aviones en tres años. En la actualidad cuenta con 85 aeronaves casi todas nuevas, con las que cubre 55 destinos; treinta en México y veinticinco internacionales. Además de una plantilla laboral de más de 5 mil trabajadores.

Mejor, imposible.

Con tanto a su favor ¿por qué se vino a pique y está al borde de la quiebra?

Interjet ha dicho que sufre las consecuencias de la pandemia de Covid-19 que azota al mundo, pero eso no es del todo cierto.

El columnista financiero David Páramo dijo que el principal problema de Interjet no proviene de la pandemia, “sino de una montaña de incumplimientos de pago. Durante muchos años creyeron que era opcional quedarse con impuestos retenidos por conceptos de IVA, ISR, derechos del INM, así como pagos de combustible y servicios aeroportuarios. Esta práctica fue común, por lo menos desde 2013”.

Cuando el SAT apretó a Interjet para que liquidara sus impuestos, los socios de la compañía ofrecieron pagar con bienes de su propiedad, pero la operación no cuajó porque no pudieron demostrar que esos activos les pertenecen, indicó Páramo.

Para colmo, este fin de semana Interjet paró sus vuelos afectando a 2 mil 690 pasajeros bajo el argumento risible e infantil de que las empresas del sector aéreo han sido las más afectadas por la pandemia. “Esta situación no ha sido ajena para Interjet, que ha visto alteradas sus operaciones y el flujo de caja de la empresa”.

Nada más falso. Los aviones se quedaron en tierra porque tiene meses que la empresa no cubre el adeudo de la turbosina. Además, deben cuatro quincenas a sus trabajadores que para exigir sus emolumentos bloquearon este martes uno se los accesos al aeropuerto de la Ciudad de México.

¿Y los millones de pesos que le iban a inyectar Carlos Cabal Peniche y Alejandro del Valle? Están en stand by porque los inversionistas se toparon con que los problemas financieros de Interjet son superiores a los que imaginaron.

Páramo remata su columna del pasado martes con un comentario demoledor: “Cuando Interjet surgió parecía una gran noticia para la competencia… sin embargo, la familia Alemán se perdió en el camino, causando un gravísimo daño, primero a sus trabajadores, después a los clientes que confiaban en ellos, y finalmente a todos sus acreedores”.

Si viviera, ¿qué pensaría de todo esto Miguel Alemán Valdés que llegó millonario a la presidencia de la República y salió multimillonario?

¿Qué estaría pensando al ver que su hijo y su nieto tienen en su punto mínimo aquella cuantiosa fortuna porque no supieron administrar una empresa como Interjet, a pesar de la involuntaria “coperacha” que recibieron de los veracruzanos?

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