Cada vez que hay un feminicidio o un ataque sexual en Veracruz (lo que ocurre con pavorosa frecuencia), diversos colectivos de mujeres denuncian el hecho, dan a conocer cifras espeluznantes y exigen justicia a las autoridades.

Ene cantidad de veces estos colectivos se han unido y manifestado para quejarse de la indolencia de un gobierno que hace como que las escucha, promete ayudarlas, se toma la foto con ellas y se olvida del asunto.

Desde este espacio he fustigado en más de una ocasión la dejadez de las autoridades ante la multiplicación de los feminicidios y la indefensión de las mujeres. Pero la masacre sigue.

De todos es sabido que a nivel nacional Veracruz ocupa el primer lugar en feminicidios. Y de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el abuso sexual se disparó 155 por ciento los últimos meses en la entidad.

Sin ir muy lejos, este jueves se dio a conocer que desde la emisión de la Alerta por Violencia de Género en noviembre de 2016, Veracruz experimentó un aumento de feminicidios cuyo escenario fueron los hogares de las mujeres, adolescentes y niñas asesinadas. De ese año a la fecha se han cometido 94 asesinatos de ese tipo.

El acoso sexual y laboral es otra forma abominable de hacer sufrir a las mujeres.

Yael Atzín Rentería Abad, es una joven que desde hace casi un año sufre de acoso sexual en la Secretaria del Medio Ambiente donde trabaja.

El acosador (cuyo nombre no puede darse a conocer porque existe un proceso legal abierto), es el secretario particular de la titular de la dependencia, María del Rocío Pérez Pérez que simplemente ha ignorado la opresión que vive la trabajadora.

Yael Atzín manifestó que desde el 27 de mayo interpuso denuncias ante el Órgano Interno de Control de la Secretaría de Medio Ambiente; la Fiscalía Especializada para los Delitos contra las Mujeres, el Instituto Veracruzano de la Mujer y la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Estas denuncias dieron como resultado que se dictaran medidas de protección para la joven que incluyen remover al agresor de su cargo. Pero nada, el tipo sigue en el puesto.

En el colmo de la injusticia y el abuso de poder, los empleados que atestiguaron a su favor fueron despedidos poco después de que rindieron su declaración.

Con voz entrecortada la joven dijo: “He gritado en todos lados que se atienda esta situación. El secretario particular me ha dicho que es amigo íntimo del gobernador y bajo esa bandera me amedrenta y me violenta”.

El caso de Yael Atzín llama la atención porque está sola. Durante su charla con los reporteros en un café de Xalapa, no hubo ningún colectivo de mujeres que estuviera ahí para apoyarla y exigiera justicia.

La chica -se veía a leguas-, traía los nervios destrozados: “El día de ayer y derivado de la situación de hostigamiento laboral y del acoso que vengo sufriendo, llegué al hospital con una crisis severa. ¿Por qué? porque nadie me atiende, porque nadie me protege. Yo dudo mucho que el gobernador tenga amistades de esa calaña. Y el gobernador ha sido muy claro en cero tolerancia a la violencia en contra de las mujeres”, dijo.

Con el debido respeto, ¿dónde están las mujeres que se han organizado para defenderse de los ataques y abusos de descastados como este presunto “amigo” del gobernador? ¿Por qué han dejado sola a Yael Atzín? “¿Qué quieren, encontrarme en una bolsa, tirada?” se preguntó la joven y yo pregunto otra vez con respeto: ¿acaso están esperando a que ocurra una tragedia para entonces sí, intervenir?

Por desgracia no es el único caso. La marabunta de sujetos de la 4T que nunca habían tenido nada y que gracias al efecto AMLO se empoderaron de las oficinas del gobierno estatal, están cometiendo este tipo de arbitrariedades con una frecuencia que alarma, y ante la aún más alarmante complacencia de sus superiores.

Lo que hacen es deleznable por donde se le mire, pero sin duda lo preocupante es que las mujeres que han sufrido este tipo de vejaciones, dejen a Yael Atzín viviendo sola su pesadilla.

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