Jorge Arturo Rodríguez

 

Esperar, esperanza

 

¿A qué tanta prisa?, le dijo el caracol a la tortuga, igual llegaremos… ¿A dónde? Hace unos días regresaba de mis sagrados alimentos y escuché que alguien decía por teléfono celular en la calle: “Tú, tranquilo, que Dios es grande”, expresión que he escuchado muchas veces, pero me dije: “Pos claro, ahora son muchos los que proclaman que a partir del 1º de diciembre pasado “Dios es Grande y mucho más con la llegada del mesías Amlo”. Ta güeno, pues, pero causa mucho “ruido estruendoso” que casi se asocie “esperanza” con “milagro, y hay, caray, la cosa no es tan fácil. Hasta a la gallina le cuesta un huevo poner un huevo. ¿o no? O quizás debo decir que me canso, ganso, o tal vez citar sus palabras: “¿Cómo empezamos? Bien. Tengo las riendas del poder en las manos. Es decir, hay gobierno en México. Y es un gobierno para darle seguridad y protección a los mexicanos, para que se mantenga la esperanza, que la expectativa que hay de cambios se va a convertir en realidad”. Brincos daré que así sea, y no nada más valentonadas de un gobierno que promete mucho, pero no sé aún si logre cumplir, o sea, mucho ruido y pocas nueces… O lo que es lo mismo… Ha seguir esperando, esperanza. Y me uno, sí, al cambio real y fructífero, pues no podría ser de otra manera, puesto que estamos en el mismo barco. Cada quien que haga lo que le corresponda, desde su trinchera, pero que lo haga bien, si no es que excelente, sin revanchismo ni en busca de intereses propios. Porque vemos que unos llegan y otros se van; unos entran y otros salen. ¿A qué estamos jugando? No le rasquen los huevos al tigre, dijera un amigo.

Albert Einstein dijo que hay dos maneras de vivir su vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un milagro. Y Cioran escribió: “La sociedad no es una enfermedad, sino un desastre. Es un milagro estúpido que consigamos vivir en ella”. ¡Gulp! Me entienden, Méndez, o les explico, Federico.

Les comparto, pa’ no chillar, lo siguiente:

“Una mujer dice al policía:

-Por favor, ayúdeme, he perdido a mi hija.

El policía le pregunta:

-¿Cómo se llama su hija?

-Esperanza-le contesta la mujer, angustiada.

El policía le dice:

-Imposible, la esperanza es lo último que se pierde”.

 

Entretanto, que la justicia siga esperando, que algún día resucite, tan mancillada se encuentra, incluso secuestrada, desaparecida, si no es que yace en alguna fosa, al menos en la fosa del olvido.

Por sus actos los conoceréis, dicen. Así que tranquilo, Camilo; sereno, Moreno; calmado, Amado… Todos somos México. ¿En serio?

 

Los días y los temas

 

Hablando de esperanza y amor (¡cuánto nos hace falta, realmente!), en su mensaje del 1º de diciembre pasado, el gobernador Cuitláhuac García dijo: “…pido a todos los sectores sociales y productivos del estado, a organizaciones, asociaciones, universidades, gobiernos municipales y fuerzas políticas, a trabajar coordinados; con un alto sentido de emergencia y amor por Veracruz, a que transformemos la realidad de pobreza y violencia en el estado en una de paz, tranquilidad y bienestar para todos”. Así sea, hermanos todos. Y enemigos, también.

De cinismo y anexas

 

Por cierto, les dejo lo siguiente:

 

* “Toda pulgada cúbica de espacio es un milagro”.- Walt Whitman.

* “La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del perdón”.- Juan Pablo II.

* “El genio en la tierra es Dios que se da. Cada vez que aparece una obra maestra, es una distribución de la Divinidad que se hace a los hombres. La obra maestra es una especie de milagro”.- Víctor Hugo.

Ahí se ven, “transformers”