¡Anilú Ingram y Héctor Yunes, exponentes de la derrota y ausencia de pudor político!
El PRI, tras milenaria derrota, muestra su verdadera cara.
Estirando la mano pidiendo limosna se observa a sus huestes; solicitando audiencia de manera humilde, los otrora poderosos tricolores tocan puertas ajenas, y los más sin dignidad alguna, reclaman una chamba “de lo que sea” ya que en el PRI “sabemos desde agarrar una escoba hasta escribir en computadora”.
Ese es el verdadero rostro de un partido hecho gobierno que durante casi un siglo nos gobernó, nos saqueó e hizo de la república un país del cual poco podemos sentirnos orgullosos.
Por estos días dos pasajes de la vida pública nos llenan de estupor, de pena ajena.
Dicen las crónicas periodísticas que el pasado sábado por la noche en el restaurante llamado “El Cuento” –y vaya cuento el que les relataré- de la ciudad de México, la diputada federal priista, Anilú Ingram departía con 4 diputados.
“Ya entrados en copas y para no variar Anilú se empezó a soltar de la lengua, digamos una diarrea verbal, al presumir su íntima relación con su protector, el senador Miguel Angel Osorio Chong”.
Al más puro estilo Anilú “los comensales estaban sorprendidos al escuchar de la manera reiterada a la diputada presumir su muy cercana e íntima relación con Osorio Chong y expresiones como ¡yo a Miguel lo manejo a mi antojo… a ese cabrón le digo que es un chingón y se la cree; en todo me hace caso!”.
La versión no desmentida a cabalidad, es aderezada por un “Osorio Chong va a visitarme a Veracruz y luego ya ni quiere regresarse el cabrón a Hidalgo”. Todo en ese clásico “¡A huevo!”.
Durante este publicitado encuentro con el alcohol, a esta dama se le trató de suavizar y que bajara la voz, pero el agave la tenía muy extrovertida.
Remata la crónica, acompañada de un fotografía de Anilú Ingram nada edificante bebiendo, que “en esas estaban cuando se acercó a saludarlos la mesa el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco. Una trastabillante Anilú Ingram se paró, abrazó al ex americanista al tiempo que le soltaba ‘Eres un chingón… En Veracruz eres un héroe cabrón. Te queremos mucho’, esto al tiempo que se le lanzaba con piropos que incomodaban por la forma…”
Esa es Anilú Ingram Ballines de quien a la par han salido a colación de parte de sus adversarios, otras versiones sobre sus relaciones con Fidel y Javier, sobre todo con éste último.
Algo si no similar, pero sí de falta de pudor político sucedió con Héctor Yunes Landa en el marco de la visita del “me canso ganso”, el presidente Andrés Manuel López Obrador, a Xalapa en donde en el acto político central el reputado legislador quiso subir al templete central y fue rechazado.
Las versiones periodistas dan cuenta que el diputado federal quien hace un par de años fue el candidato al gobierno de Veracruz, llegó al acto político con un gafete hasta las vallas, y dijo que dos veces lo llamaron del equipo de Morena para subir al templete.
El equipo de logística del presidente, sin embargo, lo mandó a buscar una silla en otro lado.
“Me pidieron accesara por una zona especial, luego me reunieron con los diputados federales, y luego me sacan porque dicen que soy del PRI, y solo es para diputados de Morena, me pidieron que me saliera y buscara una silla entre la gente”, reseña el ofendido quien olvidó aquella máxima de que no asistas a fiestas a los que no te inviten, ni cumplas fajinas que no te correspondan.
Son acaso muestras de lo que otros más hacen en la desesperación para no ser apartados de la ubre presupuestal.
En ese mismo evento se observó incluso a empresarios priistas como Justo Fernández y los representantes de las cámaras empresariales, aplaudiendo a rabiar a quienes siempre despreciaron por “nacos”.
Son afanes desesperados de una clase que se niega a abandonar los espacios de poder y que para ello han acudido a la “humildad” y la traición.
Son los desleales que operaron en favor de Morena y que hoy buscan cobrar facturas.
Cómo olvidar al famoso Ranulfo Márquez, “cabeza de lata”, hoy tan cercano a los afectos del gobernador Cuitláhuac García, quien entregó el capital de Pepe Yunes a los morenos mientras cínicamente en desayuno en La Calera, residencia de los Yunes, el mismo primero de julio, juraba lealtad a la familia.
Vaya papelón.
Son pinceladas fiel reflejo de lo que ellos mismo hicieron con la oposición partidaria por décadas.
Ese desdén. Ese estar sobrados. Esa arrogancia y prepotencia del ganador y la falta de decoro político de quien ya no es nada pero presume traerlas todas consigo, son resultado de una tarea política en decadencia, degradada, en la que no hay vergüenza ni pudor.
Acaso más digno, que no lo mejor, ha sido esconderse como lo ha hecho el otro candidato perdedor, hoy ciudadano común y corriente, Pepe Yunes, quien en la discreción simplemente se apartó. Anda quien sabe dónde, pero sin causar lástimas ni penas ajenas.
Hoy el PRI no es más que el cementerio de la ignominia.
Tiempo a tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo