La historia nos ha enseñado que todo gobierno requiere de equilibrios políticos, umbrales opositores, márgenes crítica y aperturismo democrático para no arriesgar el tránsito al autoritarismo o dictaduras embozadas.

Tras la inédita jornada electoral del pasado primero de julio, solo bastó que el máximo exponente del poder judicial, el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, Edel Álvarez Peña, en estricto apego a la norma suprema, demandara al Ejecutivo Estatal enviar la propuesta de nombramientos de doce magistrados que deberá aprobar el legislativo, para que ardiera Roma.

No les ha bastado a los morenos llevarse la república.

No es suficiente en el caso Veracruz tener para sí la gubernatura, la mayoría en el Congreso Estatal, la supremacía legislativa federal y el respaldo del 72 por ciento de la población.

Quieren más… todo.

No aceptan los contrapesos. Les es inadmisible un solo espacio de poder para la oposición y están dispuestos a armar la de Dios padre si alguien se les pone en medio.

Al fin revolucionarios triunfantes, cabezas de los chairos, líderes de  ejércitos de amlovers y guías históricos de los millennial, reclaman para sí el toma todo.

Para ellos no hay concesiones. Tampoco espacios de poder para la oposición y reclaman el exterminio total.

El caso  aplica al magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia Edel Alvarez Peña, quien al igual que la magistrada Gladys Pérez Maldonado no hicieron más que recordar al ejecutivo del estado el retraso en los nombramiento de nuevos magistrados que ha generado incluso amparos.

No hicieron más que evocar “que de acuerdo al artículo 59 de la Constitución local quien propone magistrados es el Gobernador del Estado, y quien los nombra es la legislatura; el poder judicial, a través del pleno del Tribunal Superior, únicamente los adscribe a las vacancias respectivas”.

¿Cuál es la urgencia de Morena?

Para los tan invencibles como intransigentes morenos lo mejor, lo único, es el imperio de Cuitláhuac. Su contradictoria urgencia es esperar a que asuma con su palomilla para partir y repartir el pastel a conveniencia y libre albedrío.

Para el Poder Judicial, sin embargo, la urgencia va en el sentido de atender los casi nueve mil expedientes al año entre otras tantas tareas que desempeña este tipo de actividad.

“Las nuevas autoridades -sostiene la magistrada Gladys- deberán entender esta urgencia ya que no se trata de un asunto de política, sino de aplicación de justicia”.

Pareciera, sin embargo, que en efecto, sí es un asunto de política, que es la resultante de una grilla que encabeza el dirigente de Morena en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, que todo lo reclama para su causa aunque no cuente con los elementos de calidad profesional y política y a final de cuentas recurra a exponentes chafas y gandallas de otras entidades de la república como ha sucedido con Hipólito Rodríguez quien hasta policías está importando de Puebla luego de entregar en charola de plata los mejores cargos y responsabilidades a inservibles defeños.

 

No queda claro para los nuevos gobernantes que para el Veracruz que pretenden las mayorías es inadmisible que el poder se sustente sobre la base de la imposición y el autoritarismo.

Debe entenderse que ningún estado de derecho es sustentable si la ecuación política cae en la lógica de medir la victoria en el apresuramiento autoritario.

Veracruz requiere de contrapesos, no de dictadores.

Tiempo al tiempo.    

 

*Premio Nacional de Periodismo