Una gran y bella coincidencia
Habitación Solitaria
Por: Jorge de la Cruz
No hay nada peor que abordar el vulgarmente llamado “tren del mame” fingiendo que eres todo un experto en la materia en cuestión, ya que te ves mal y quedas peor, así que voy a comenzar por aclarar lo siguiente: no fui el gran seguidor de los Cranberries, ni el gran conocedor de su música o proezas, jamás compre uno de sus discos, es más, ni siquiera sé cómo se llaman los músicos de esta banda, de no ser Dolores O`Riordan.
Aclarado esto, abordo el tren de la manera más humilde y tomo asiento en los vagones del final, porque llegando la noche de este 15 de enero de 2018 (considerado el día más triste del año, según estudios científicos, de ahí el mote de “Blue Monday”) es cuando recapacito que sin que yo lo haya querido, la música y la voz de O`Riordan, siempre estuvieron ahí, en los mejores momentos y en los peores de mi existencia.
Ya sea porque “Just my Imagination” no dejó de sonar en las radios de todo el mundo por allá de 1999, y que irremediablemente quedo grabada en mi cabeza mientras atendía mis deberes de adolescente deprimido o porque la portada de “Bury the hatchet” estaba presente en todas las revistas y publicaciones que leía, y en las tiendas de discos que solía visitar en esos años.
O quizá porque “Dreams” se coló traviesamente como parte de la banda sonora de mi vida, en aquellas tardes en la que caminaba por la ciudad, con audífonos sobre mis oídos y mi viejo y fiel “Walkman” atado a mi cintura y cuando la canción estallaba en mi cabeza, no podía evitar esbozar una sonrisa, por muy duros que fuesen los tiempos, Dolores parecía decirme que dejar de soñar, nunca iba a ser una opción.
Y que decir del tema por el que todos la recuerdan, “Zombie”, melodía que ella entonaba para expresar su rechazo y su desacuerdo ante los estúpidos conflictos religiosos que azotaban la región de Irlanda del Norte, que se volvió un himno antibélico y un tema generacional ante una oleada de jóvenes que experimentaban una guerra (si una de tantas) que no pidieron, pero para mí, fue mi primer éxito como el remedo de bajista que soñaba ser, fue la primer canción que pude tocar con mis compañeros de banda hace 18 años, y jamás olvidare la euforia que me provocó el por fin haber completado, sin errores y en perfecta armonía, nuestro primer cover.
Y hoy que ya no está, puedo decir que las leyendas son forjadas gracias a la acumulación de millones de vivencias parecidas a las mías, porque esa niña de Limerick, Irlanda, que perdió su casa en un incendio a los siete años de edad, que recibió todo tipo de burlas en la escuela por su pasión por el canto, al grado que la apodaban “la niña que escribe canciones” la que en su afán de querer ser libre, decidió llevar el cabello corto y ocultar todo rasgo de feminidad para que la dejaran gozar de la libertad que si tenían sus hermanos varones, logró compartir su pasión y transformar la percepción y las ideas de millones de personas.
No exagero, ni busco ser alarmista al decir que el 15 de enero de 2018, falleció una mujer legendaria, al contrario, mi experiencia con su música lo comprueba, porque Cranberries no era una agrupación que me agradara o desagradara, me eran indiferentes, pero su talento y su creatividad eran tan grandes, que a pesar de ello, su música logro colarse en algunos de los momentos más relevantes de mi vida y todo fue así, sin planearlo, sin quererlo…una gran y bella coincidencia.