Por Yair Ademar Domínguez
Un traidor a la patria, según el Código Penal Federal, es aquella persona que “realice actos contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero”. No pudo definir, de mejor manera, el presidente Andrés Manuel López Obrador, a aquellos diputados que se opusieron a la reforma eléctrica impulsada por su mandato.
Los prianistas y sus aliados a eso se han dedicado en los años del neoliberalismo en el país, a vender a nuestra patria, pedazo por pedazo, tramo por tramo, en sus riquezas naturales, esas riquezas que tendrían que beneficiar a las mayorías y darle soberanía a nuestro país, como lo ha planteado la iniciativa impulsada por el jefe de las instituciones del país.
No podía decirlo de mejor manera: “en la Cámara de Diputados, un grupo de legisladores cometió un acto de traición a México. En vez de defender los intereses de la nación, respaldaron a empresas extranjeras que se dedican a robar. Tenemos lista una estrategia para proteger el litio de la ambición que despierta en las grandes potencias. Propusimos una iniciativa de nacionalización de ese mineral estratégico; si se aprueba, crearemos una empresa que lo administrará. El litio es de las y los mexicanos”.
Esa fue su respuesta, firme, contundente, sabedor de los intereses que mueven a este grupo de legisladores “vende patrias”, defensores a ultranza de las empresas extranjeras que han venido a saquear a nuestro país, como lo hizo la Corona española en tiempos de la conquista y que tan bien describió Eduardo Galeano en aquel libro memorable, Las venas abiertas de América Latina.
Los diputados que votaron contra la Reforma Eléctrica, en esa larga sesión del domingo, no argumentaron nada, además, refirió el Presidente, es falso que la reforma contradijera el T-MEC, como lo dijo el diputado del PRI, Ildefonso Guajardo.
La verdad que resultó lamentable ver a los diputados del PRI y a los de los otros partidos como “paleros” del PAN. No hay que olvidar que en 2013, la Reforma Energética de Enrique Peña Nieto fue aprobada porque compraron a los diputados.
El presidente explicó en la mañanera de este lunes que la Ley de la Industria Eléctrica, recientemente declarada constitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, establece que el despacho de la energía de las hidroeléctricas de la CFE debe tener prioridad, porque producen energía limpia y barata y señaló que en la Ley de la Industria Eléctrica también se estableció que no son válidos los sistemas de autoabasto, como sucede en el caso de los Oxxo.
Si se realizara una encuesta estamos seguros, con el propio jefe de las instituciones del país, que cerca del 80% de los mexicanos estaría a favor de que la industria eléctrica esté en manos de la nación. De eso no hay duda. Lo que quedó claro ayer en San Lázaro fue que pueden más los intereses de grupos extranjeros, apoyados por “vende patrias”, como los llamó el propio mandatario.
Pero no todo está perdido. Los mexicanos que amamos este país sabemos que contaremos con la Ley de la Industria Eléctrica y la reforma a la Ley Minera que envió el Presidente a la Cámara de Diputados, para asegurar la nacionalización del litio y que no aumenten los precios de la luz.
A nosotros nos corresponde seguir haciendo conciencia de la importancia que tiene el hecho de que nuestro país tenga soberanía sobre sus recursos naturales. Vender nuestras riquezas, argumentando modernidad no es otra cosa que traición a la patria.
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