Bernardo Gutiérrez Parra
La mesa estaba más que puesta para que dentro de dos años y unos meses, Julen Rementería fuera ungido candidato indiscutido del PAN a la gubernatura de Veracruz. Con los Yunes Linares-Márquez casi nulificados, en su horizonte no había nubarrones que presagiaran tormenta y los vientos eran propicios para arribar a buen puerto. Pero él mismo se encargó de crear la tormenta y cayó en aguas turbulentas.
Quienes lo conocen dicen que no la vio venir, que le pareció excelente la idea de sus asesores de tomarse la foto con el líder de VOX Santiago Abascal. Pero Julen hizo más, signó junto con 12 senadores panistas la Carta de Madrid cuyo objetivo, dice el documento, es frenar el avance del comunismo en el mundo, cuando el comunismo lector, está casi muerto.
Santiago Abascal Conde es un sujeto de 45 años, inteligente, de buen porte, muy educado y con una envidiable facilidad de palabra. Pero es rabiosamente xenofóbico, sectario, racista, extremista y fascista. Fue diputado parlamentario vasco y miembro de Partido Popular hasta el 2013, año en que fundó VOX, el partido de ultraderecha más radical de España que está catalogado como herencia de la peor degeneración política; el fascismo de El Duce, el nacional socialismo de Hitler y el franquismo de Franco.
Admirador a ultranza de Donald Trump, Abascal piensa que la humanidad está en peligro si el régimen “comunista” de Estados Unidos encabezado por Joe Biden, se sigue extendiendo por el mundo y llega a México.
Seguramente esto le provocó miedo a Julen Rementería que lo recibió en la Cámara Alta y firmó la hojita que le mostró el vasco; hojita que presumió en sus redes con foto y toda la cosa: “Hoy firmé la Carta de Madrid con Santiago Abascal en el Senado de la República”, escribió el jueves.
Y López Obrador no la dejó pasar. Se pitorreó de Rementería y de los 12 senadores, se pitorreó del PAN y de los panistas y les dijo de todo. Julen debió darse cuenta que algo no andaba bien al escuchar el furibundo reproche que le hicieron los propios panistas.
A lo anterior hay que agregar que su firma puede poner en riesgo la alianza en el 2024. Y es que después de esto ¿quién del PRI o del PRD querrá aceptar a alguien del PAN como candidato?
Sin la alianza de esos tres partidos, la oposición no tiene ninguna posibilidad de ganar a Morena y sus aliados la Presidencia de la República. Eso sin contar con que apenas Julen firmó la misiva, en automático le restó votos al PAN. ¿Cuántos? Imposible saberlo en este momento, pero si mañana hubiera una elección la merma los espantaría o al menos los preocuparía.
Sorprendido por la que armó, el veracruzano quiso componerla al declarar que cada uno de los firmantes lo había hecho a título personal y no a nombre del PAN, pero el daño ya estaba hecho.
¿Acaso no la midió? ¿Será cierto que no la vio venir? Ve tu a saber, lector. Pero en política los errores se pagan. Por lo pronto, Julen ya le dijo adiós a la candidatura del PAN a la gubernatura de Veracruz y políticamente está bien frito.
¿Con lo divididas que están la entidad y la nación entre chairos y fifís por culpa de otro sectario, extremista e intolerante nacido en Tabasco ¿qué veracruzano va a querer a un ultra como gobernador?
Julen perdió la oportunidad de trascender y lo peor es que él mismo se aventó al desfiladero.
Hay hombres que son recordados no por sus logros, sino por una supina barrabasada y Julen Rementería será recordado por eso. Claro, si es que en el futuro (dentro de 30 o 50 años) alguien se llega a acordar de él.
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