Bernardo Gutiérrez Parra
A principios de agosto el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dio a conocer la medición de la pobreza en nuestro país. En tres años el número de pobres aumentó en 3 millones 800 mil. Es decir, de los 51 millones 900 mil contabilizados en 2018, la cifra se fue a 55 millones 700 mil pobres. Y eso no le gustó nada al presidente López Obrador que tronó contra el Coneval.

“No acepto el resultado de esa encuesta. Tengo otros datos y creo que la gente está recibiendo más apoyo y aun con la pandemia la gente tiene para su consumo básico. Y algo muy importante: no ha perdido la fe y estamos saliendo adelante”, dijo con la desfachatez que le caracteriza.

Pero la pobreza no sabe de fe. Esos 3 millones 800 mil mexicanos que pertenecían a la clase media y cayeron en la pobreza, son una patética realidad que no la pueden minimizar las palabras de un mitómano.

Picado en su orgullo López Obrador quiso justificarse y echarle la culpa al coronavirus pero desbarró: “Todo esto es a causa de la pandemia que afectó en general, la economía del año pasado se cayó 8.5 por ciento. ¿Saben desde cuándo no sucedía eso? Desde 1930, hace casi 100 años que no se veía una crisis así”.

El balazo fue directo al pie porque dio a entender que con tumbos, a jalones y estirones pero la economía creció en 100 años, hasta que llegó él a regarla. Lo cual es cierto porque el decrecimiento económico comenzó a mediados del 2019, siete meses antes de la pandemia.

Y para no dejar de ser quien es, terminó su retahíla acusando a la gente del Coneval de tecnócratas y de no conocer bien al país. Pero esos tecnócratas le volvieron a dar otro frentazo con la realidad.

El 54.3 por ciento de los niños menores de 6 años viven en condiciones de pobreza y alejados de la línea del bienestar. Y el 11.8 por ciento de los menores de esa edad viven (o sobreviven) en condiciones de pobreza extrema.

Entre el 2018 y el 2020 la pobreza infantil subió de 52.5 por ciento a 54.3 por ciento. Y la pobreza extrema infantil aumentó de 9.9 por ciento a 11.8 por ciento. Es decir, en nuestro país 1 de cada 2 niños mexicanos vive en la pobreza. Estamos hablando de al menos 15 millones de niños y niñas de 0 a 6 años que viven en esa condición. Son una barbaridad y una tragedia.

¿Disminuirá la pobreza infantil este año? Uy no qué va. Y menos con las políticas asistencialistas de la 4T. Basta salir de casa y ver a más menores extendiendo la mano en las calles o haciendo malabares en los cruceros; basta verlos multiplicarse al limpiar el parabrisas del auto o subirse a los camiones a cantar, para saber que los datos del Coneval no están nada errados.

¿Descalificará el informe López Obrador? Tu qué crees, lector. Qué otra cosa se puede esperar de un sectario con el criterio bien cerrado.

Pero hay una verdad detrás de todo esto; al presidente nunca le han gustado los niños. Por un atavismo que carga quizá desde su niñez los odia, los alucina, no los puede ver. Y ahí están los menores que se quedaron sin estancias y los niños con cáncer que no me dejarán mentir. ¿O acaso sabes de algún programa de protección a la infancia auspiciado por este gobierno?

Desde que la Revolución se bajó del caballo para hacerse institucional, nunca como ahora los niños han estado tan vulnerables.

Por mucho que Andrés Manuel diga lo contrario, la pobreza infantil ahí está y es palpable. El informe del Coneval son los otros datos de los niños pobres, los datos serios, los datos duros, los insoslayables datos de la realidad.

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