Bernardo Gutiérrez Parra
Estos días de “reflexión del voto” que sugiere el INE son una vacilada, pero tienen su encanto. Le vienen cono anillo al dedo a operadores de los partidos que recorren municipios y comunidades tratando de convencer a los indecisos de que voten por sus candidatos. La forma de convencimiento la conoces lector: promesas, despensas, dinero o las tres cosas.
En este preciso momento, mientras lees en la comodidad de tu hogar o en la incomodidad de tu oficina esta columneja, cientos de operadores cubren kilómetros y kilómetros de camino a contrarreloj para cumplir su encomienda.
Que si esto es ilegal sí, sí lo es. Pero también es una práctica con mucho raigambre y parte sustantiva de la idiosincrasia partidista heredada por el PRI a las generaciones presentes y futuras.
Mientras estos jóvenes sudan la gota gorda para convencer a los votantes mediante dádivas, una poderosa fuerza actúa en paralelo usando métodos de convencimiento más efectivos. Esta fuerza es la delincuencia.
Si bien ha estado presente en los procesos electorales desde la década de los 30 del siglo anterior y su participación era discreta y tras bambalinas, ahora es una activa protagonista electoral que jugará un papel preponderante el próximo domingo.
Así como estamos aprendiendo a vivir una nueva normalidad como consecuencia del coronavirus, así tendremos que acostumbrarnos a la presencia de los delincuentes acentuada en tiempos electorales.
Y no, estos cuatro días (dos ya antes de la elección) no son de reflexión como lo pide el INE, ni de calma después de la estridente tempestad de las campañas. Son de mucho ajetreo para los operadores políticos y de mucha acción para los malhechores.
Hace unas semanas el Vocal Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, Josué Cervantes Martínez, dijo que en Veracruz no hay focos rojos por violencia política y vaticinó que el próximo domingo será una “fiesta democrática” en la entidad. Pero Integralia Consultores le reviró al asegurar que Veracruz sí es foco rojo con 19 víctimas mortales y seis lesionados por violencia política.
¿A quién le hacemos caso? Pues a la realidad y ésta es bien diferente a lo que dijo el Vocal Ejecutivo.
Esta será la primera vez en más de 100 años que saldremos a votar en medio de un clima de violencia, incertidumbre y zozobra. En algunas partes se anticipa incluso que correrá sangre.
Pero con todo, hay que salir a votar.
Si durante la campaña algún candidato te prometió las perlas de la Virgen por tu voto, bien. Si algún operador te dio algo a cambio de ese voto y lo aceptaste, qué bien. Pero vota por quien tu quieras.
Si estás indeciso y desguanzado sacúdete la pereza mental y ve a votar. Si no sabes por quién hacerlo es muy sencillo, valora si estás mejor hoy que ayer y vota en consecuencia, pero vota.
Si no quieres salir por la inseguridad no te preocupes, Andrés Manuel López Obrador en su faceta de adivino dijo que va a ser una jornada electoral tranquila y pienso que sí. El día 6 no pasará nada o pasará poco.
Si ocurre algún escándalo, si se sueltan los demonios, si afloran las inconformidades, si salen a relucir los gritos de ¡fraude, fraude!, si hay zacapelas a golpes, si ocurren hechos de sangre y si estalla la polarización contenida, todo eso sucederá la mañana siguiente.
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