Por José Luis Enríquez Ambell
El empujamiento social en México dio nacimiento a organismos autónomos y habrá que reconocer que el ala izquierda del sistema político los impulsó y participó en su construcción; resulta extraño que hoy López Obrador los intente restar de un plumazo. ¡Vaya abuso!
Será mejor que AMLO deje de entrometerse en lo que se ha aterrizado bien como producto de la planeación y necesidad, pues pretende desmantelar con la mentira de reorganizar. Eso es falso.
Todos sabemos que este intento va direccionado a hacer lo mismo con otros organismos como el INE (árbitro electoral de la contienda que resultará este 2021 en una jornada histórica) y otros más como el INAI (quiere evitar se conozca la alta corrupción que envuelve a su gobierno y régimen) y así sucesivamente.
A partir del año 1993 empezó en el país la creación de órganos autónomos con rango constitucional, siendo primero el Banco de México seguido del INE y la CNDH y todos fuera de la mano del Poder Ejecutivo, con funciones técnicas y altamente especializadas, pero el autonombrado Presidente Legítimo en 2006 dijo “al diablo con las instituciones”.
Esa ocurrencia de ahora no es nueva, pero peor será que vaya a darse una pobre actuación desde el Congreso de la Unión y los Congresos Locales que permitan y contribuyan a concretar estas locuras.
La creciente y necesaria como compleja administración pública en quienes poco conocen de ella hacen necesario que los organismos autónomos existan y cada vez más sólidos, no diezmados y menos restándolos del universo de las instituciones serias en el País, fuera de la órbita de partidos políticos y, sobre todo, del Poder Ejecutivo.
Además de destruir la economía, el empleo, la seguridad y sin atender la salud, este Presidente requiere ser atendido de urgencia, y los médicos para ello son los Congresos de la Unión y Locales con la fuerza de la unidad ciudadana a la brevedad.
¡ES CUANTO!