Bernardo Gutiérrez Parra
El pasado 23 de diciembre, víspera de Nochebuena, fue reportada como desaparecida en el puerto de Veracruz la nutrióloga Samara Aurora Arroyo Lemarroy, una joven con un palmarés profesional envidiable que de acuerdo con las autoridades fue asesinada en su hogar el mismo día de su desaparición.

Una rápida investigación dio con el presunto asesino, un tal William “N” maestro de educación física de Samara, que fue detenido el 25 de diciembre. Pero la víctima no apareció hasta este miércoles en la casa de su agresor.

Lo que se estilaba en estos casos (hasta antes de ser bendecidos con la llegada de un gobernador como Cuitláhuac García), era que las autoridades citaran a una conferencia de prensa, lamentaran el hecho, ofrecieran sus condolencias a la familia y prometieran castigo a los culpables.

Pero hasta eso está innovando la 4T.

Más que lamentar el crimen y manifestar su pesar por encontrar sin vida a la joven, Cuitláhuac García dijo: “Quiero hacer patente mi agradecimiento a los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública por su actuación muy profesional”. Y uno se pregunta ¿dónde está el profesionalismo de esos elementos cuando su deber era encontrar con vida a la víctima?

La función de la SSP es prevenir el delito o detener en flagrancia a los delincuentes y nada de eso hicieron los policías.

La labor de perseguir al autor de un crimen ya consumado corresponde a la Fiscalía General del Estado, cuyos elementos actuaron oportunamente al detener al presunto asesino.

El problema fue que la Fiscal Verónica Hernández Giadáns, regó el tepache al declarar: “La coordinación es indispensable para lograr estos resultados” y como para remachar la frase agregó: “Seguiremos con firmeza y valor dando resultados”.

¿Qué le pasó a la señora?

¿Entregar a unos familiares compungidos por la tragedia el cadáver de la hija, la hermana, la prima o sobrina es dar resultados?

Si a esas vamos con la Fiscal, mejor que no busque desaparecidos ni secuestrados. Es decir, mejor que no entregue resultados.

¿De dónde saca que está entregado resultados cuando en el gobierno de Cuitláhuac García se han cometido más de 300 feminicidios y sólo el 3% de los responsables han sido detenidos y procesados?

¿Dónde están los resultados cuando siguen impunes los asesinatos de más de una veintena de periodistas?

Pero la arrogancia y la ignorancia les ganan y los hace cometer barrabasadas. En marzo del 2019 y al ser cuestionado sobre el creciente número de feminicidios en su administración, el gobernador Cuitláhuac García dijo: “Me gustaría que ustedes comparen, ¿cuántas muertes por homicidio de mujeres han sucedido en nuestro periodo y cuántas sucedieron en el periodo de la administración anterior…? Les ganamos”.

Y la pitorriza no se hizo esperar, entre otras cosas porque Cuitláhuac (inconscientemente) dijo la verdad. Para ese mes su administración ya le llevaba ventaja a la de Miguel Ángel Yunes en el número de feminicidios.

Sólo el primer día de este año fueron asesinadas 15 personas y una más fue encontrada embolsada. ¿Qué se ha hecho? Aparte de sepultar a las víctimas se hicieron 16 carpetas de investigación que han pasado a engrosar el rezago en materia de justicia penal.

Frases como “Estamos dando resultados” “Somos un gobierno de resultados” y otras por el estilo, son slogans arcaicos, muy sobados e irritantes para una sociedad que está hasta el cepillo de la violencia y de esas falacias.

En Veracruz ni el Gobernador, ni el Secretario de Gobierno, ni la titular de la Fiscalía, ni el de Seguridad Pública, ni el Secretario de Salud o la de Turismo, ni el responsable de Obras Públicas están dando resultados. Pero machacan con frecuencia esa mentira para ver si en una de esas se la creen.

“Se ha logrado un cambio en la forma de procurar justicia” dijo la Fiscal. Y si por cambio debemos entender que ahora se entreguen muertas a las víctimas de un secuestro o levantón y eso deba casi festinarse, entonces sí se ha logrado un cambio.

Lo cierto es que las palabras de la funcionaria son retórica vacua y perversa para un estado que clama desde hace años por una verdadera justicia. Y que (casi podría apostarlo), espera con ansia el 6 de junio para comenzar a cobrar facturas.

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