Bernardo Gutiérrez Parra
La semana anterior en su visita a la entidad, el presidente López Obrador se dio cuenta al fin que Veracruz es un desastre porque le falta de todo. Le falta seguridad, medicamentos, turismo, inversión, empleos y además le falta un gobernador.

Cuitláhuac García no ha podido con el paquete, su falta de carácter tiene a la entidad peor que en tiempos de Duarte y Yunes. Comparado con administraciones anteriores, Veracruz es casi un páramo por su inactividad económica y porque la pobreza y la violencia se han multiplicado en dos años.

Esto hizo sonar las alarmas, López Obrador se dio cuenta que Veracruz se le puede escapar de las manos en el 2021 con lo que perdería un importante bastión y no está dispuesto a tolerarlo.

¿Qué hacer? Lo único que se le ocurrió fue presentar otra vez su teatro fantástico, esa realidad alterna que le ha dado tan buenos resultados.

A propósito de que Cuitláhuac dijo que bajó la incidencia delictiva, el presidente agregó: “Una reflexión sobre lo que está sucediendo en Veracruz que es algo importante; están disminuyendo los delitos que se cometían, sobre todo hay menos homicidios y me dio mucho gusto escucharlo. Ha habido una disminución del 50 por ciento en secuestros que era una calamidad aquí en Veracruz, se padecía mucho de homicidios, se padecía mucho de secuestros, de extorsiones, todo esto tiene que ir cambiando”.

Pero el entorno es apabullante. De enero a agosto de este año se cometieron 1,450 homicidios en la entidad de los cuales 61 fueron feminicidios y hubo 94 secuestros.

De acuerdo con las propias autoridades federales, Veracruz es uno de los estados que está en la zona roja de la inseguridad. Y no puede ser de otra manera cuando se cometen en promedio seis homicidios diarios y once secuestros por mes.

Si López Obrador piensa que engañó a sus oyentes se equivocó; ahora son éstos los que se mofan de sus mentiras. “Esa falacia que vaya a contársela a la señora más respetable de su casa”, me dijo un caballeroso catedrático universitario. Y tuvo razón.

Los apoyos sociales, esos a los que tanta fe les tiene para canalizar votos a favor de Morena, o no están llegando o están llegando incompletos a sus beneficiarios, lo que ha ocasionado severos señalamientos de corrupción al súper delegado Manuel Huerta.

A lo anterior hay que agregar que los diputados de Morena que son mayoría en el Congreso local, han destacado por su manifiesta incultura legislativa y algunos rayan en lo rupestre. Son una de las grandes debilidades de la 4T en Veracruz y basados en este antecedente, nadie apuesta a que Morena conserve la mayoría el año entrante.

Pero extrañamente y a pesar de que se está muy nublando su horizonte, López Obrador se niega a cambiar el rumbo y sigue sin dar a los veracruzanos otra cosa que promesas.

Han sido trece o catorce sus visitas y en ninguna ha sido capaz de entregar al menos una toma de agua en alguna comunidad rural. Lo que le encanta es dar a conocer cifras astronómicas pero nebulosas sobre presuntos apoyos. Y cuando se trata de apoyar en serio se encoje y cuenta un cuento.

Los usuarios veracruzanos de la CFE deben a esa empresa 167 millones de pesos que no representan ni el uno por ciento de los 11 mil millones de pesos que adeudaban los tabasqueños y que Andrés Manuel les condonó, aparte de que ahora pagan la tarifa más baja del país.

Cuando le preguntaron si haría los mismo con Veracruz tomando en cuenta que es uno de los estados que más surte de energía eléctrica al resto de la República, y como paradoja tiene las tarifas más altas, contestó sin tapujos: “Eso lo vamos a ir haciendo poco a poco ¿saben cuándo?, cuando terminemos de rescatar la industria petrolera y la industria eléctrica”.

Es decir, nunca.

Vaya con el humor negro del Presidente; como si no supiera que Pemex es la empresa más quebrada del mundo y la CFE es la segunda, sólo que a nivel nacional.

Nada le costaba ordenar la condonación de un adeudo que beneficiaría a los más necesitados y le agenciaría votos a los candidatos de Morena. Pero no, prefirió recurrir a la a burla de la que (puedes apostar, lector) tomaron nota los veracruzanos.

¿Han servido de algo sus visitas? No, su pupilo el gobernador sigue ponchado en aceptación, credibilidad y confianza (lugar 31 de 32) y Veracruz sigue sumido en el hoyo.

La propia imagen de López Obrador se ha desgastado y ya no pesa como cuando era candidato. En aquella época los veracruzanos se contentaban con los tacos de legua que les ofrecía, pero ahora desean beneficios de su presidente y éste les ha pichicateado todo. Sin duda por eso la mentada en el Museo Kaná y las protestas en el puerto jarocho y Córdoba.

López Obrador desea ganar Veracruz en el 2021 pero no ha hecho nada para motivar a los veracruzanos. No les ha otorgado ningún beneficio a pesar de ser el presidente que más los ha visitado en su historia. Y así nadie puede aspirar al triunfo.

Faltan tres meses, noventa días para que cientos de hombres y mujeres busquen la candidatura a una alcaldía o una diputación y recorran calles y más calles prometiendo el paraíso igual que lo hizo Andrés Manuel. Y faltan ocho meses para que los veracruzanos acudan a las urnas.

Interesante será saber cuántos le seguirán creyendo a su discurso sobre la 4T y se vuelven a tropezar con la misma piedra.

bernardogup@hotmail.com