Odios y rencores de López Obrador, metidos en el proceso electoral venidero, lo están haciendo más “activista político” y menos responsable como Presidente de la República, -de por sí poco hace como Jefe del Ejecutivo, – y cada vez “polariza más” a la sociedad. Ambas conductas no ayudan a la democracia, ni a la sociedad para emitir su voto libre frente a la urna, ni al estado de derecho en el país pues; está buscando coartar y coaccionar al INE como árbitro electoral, único responsable de articular elecciones y hacer confiable los resultados.
El resentimiento social sumado al poder hace daño a quien lo siente y tiene, pero mucho más a quienes merecen atención y respeto, es decir, la población gobernada y emisora del sufragio.
Opinar y comentar temas como los de la autorización del INE para que haya o no nuevos partidos políticos nacionales -el viernes pasado- es asunto que no le corresponde al jefe del Poder Ejecutivo.
Queda claro que el Presidente miente; había dicho que no se entrometería en los asuntos de los partidos políticos, y más grave es que la mentira se le dé natural en su conducta, en muchos actos. Ahora no vaya a resultar que quiera seguir con sus tropicales mañaneras de promoción al voto al amparo del Covid.
Peor aún será que esa posición de AMLO haga que el sector gobierno: sus colaboradores se metan en el proceso electoral que inicia camino al 21 y no se ve que Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, titular de la secretaría de la Función Pública, quiera evitarlo para que no resulten observados y hasta sancionados los posibles irresponsables servidores públicos.
Este hecho estaría por presentarse en los estados del País, caso Veracruz, donde además de la jornada electoral federal igual habrá elecciones locales en junio del año próximo. ¡ES CUANTO!