Cuando el último día de este mes el Magistrado Edel Álvarez Peña cuelgue en el perchero su toga y su birrete, se despida de sus amigos y colaboradores, salga por la puerta principal del Tribunal Superior de Justicia del Estado, suba a su vehículo y enfile sobre la avenida Lázaro Cárdenas, habrá llegado a su fin medio siglo de actividad política y jurídica de este hombre nacido en Coatzacoalcos que comenzó su carrera siendo muy joven.

Edel estudió Derecho en la Universidad Veracruzana y una vez titulado fungió como miembro de la Comisión para el Desarrollo Integral de Minatitlán, después fue tesorero municipal y alcalde de Coatzacoalcos.

Como parte de su dilatada carrera en el servicio público, fue Director del Registro Público de la Propiedad y de Inspección y Archivo General de Notarías del Estado. A nivel nacional destacó como Coordinador Regional del Programa de Desarrollo Urbano de Banobras en Veracruz, Chiapas, Tabasco y Oaxaca. Fue delegado del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos y Coordinador de Asesores en la Comisión Federal de Electricidad en el DF.

Su carrera en el Poder Judicial la inició como Magistrado Visitador, posteriormente fue Magistrado Adscrito a la Sala Constitucional y Presidente de la Tercera Sala del Tribunal Superior de Justicia. A partir del 1 de diciembre del 2016 fue electo Presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Estado de Veracruz para el periodo 2016-2019.

Trató mínimo a diez gobernadores y trabajó con los últimos cuatro siempre de manera institucional. Estuvo en la presidencia estatal del PRI en un momento muy álgido para ese partido ya que le tocó lidiar con las elecciones del 2006. Y también lidiar con el gobernador Fidel Herrera.

Como miembro del Poder Judicial tuvo choques con Javier Duarte porque no permitió que el Ejecutivo interviniera en el Poder Judicial y aguantó las embestidas del furibundo y autoritario gobernador. Con Miguel Ángel Yunes guardó prudente distancia y lo mismo hizo con el gobernador Cuitláhuac García.

Cuando los morenos llegaron al poder en 2018, lo hicieron con la espada desenvainada y muchos apostaron a que una de las cabezas que rodaría sería la de Álvarez Peña. Pero el
Presidente del Tribunal Superior de Justicia tendió puentes y nunca se confrontó con los nuevos inquilinos de Palacio de Gobierno. Tan es así que en una entrevista radial el propio Cuitláhuac García señaló: “No tengo ningún problema con Edel Álvarez”.

Días antes de terminar su periodo como Presidente del TSJ, Edel decidió no postularse para otro periodo y regresó a su asiento en la magistratura. Pero su trabajo como impulsor de las Ciudades Judiciales queda como ejemplo a las futuras generaciones.

También y por decisión propia, dijo no a otro periodo en la magistratura y es por eso que el último día de este mes, colgará (de manera simbólica) su toga y su birrete en un perchero.

¿Qué sigue para Edel? Disfrutar de los suyos y regresar a sus negocios particulares que son el sostén de cientos de familias.

Quehacer le sobrará, porque aparte de ser un político nato es un hombre de trabajo que no sabe quedarse quieto.

Atrás queda medio siglo de capotear vendavales, de triunfos y derrotas, de aprendizaje y enseñanza. Pero sobre todo, de logros y satisfacciones que nadie le puede soslayar.

En estos tiempos de incertidumbre social y política, debe ser un timbre de orgullo para Edel Álvarez Peña saber que se va porque así lo decidió y no porque alguien lo esté retirando o invitando a marcharse.

Y se va por donde entró; por la puerta principal y con la cabeza en alto.

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