Bernardo Gutiérrez Parra
Lo dicho, el presidente López Obrador no vino a Veracruz a resolver problemas, vino a grillar, a hacer politiquería y a ensalzar una ver más a Cuitláhuac García, que cada día se les indigesta más a los veracruzanos por tanta miel como le embarra su patrón “El Gobernador es un hombre honesto, creo que esa es la clave de todo, un buen gobierno depende en un 99 por ciento de la honestidad de la autoridad. Si el que gobierna es corrupto y deshonesto, no hay protección para nadie… Lo más importantes es tener autoridades honestas”.
El mismo choro, el mismo disco rayado, la misma película que hemos visto desde el 2 de diciembre del 2018 en que ya como presidente con constitucional, decidió que su primera visita fuera a Veracruz.
Y ni cómo decirle que Cuitláhuac será muy honesto pero es corrupto, inoperante e incapaz. Ni cómo hacerle ver que es uno de los gobernadores peor calificados del país, cuando el propio presidente dice que la honestidad lo es todo, casi el 100 por ciento de un buen gobierno, según sus palabras.
Este lunes, afuera de la Zona Militar de El Lencero donde presidió una reunión sobre seguridad (apuesto a que fue sobre seguridad en China porque aquí no hay) y su conferencia mañanera, lo esperaban más de un centenar de personas entre familiares de desaparecidos, campesinos pidiendo apoyos prometidos, enfermeros y doctores en demanda de insumos para atender los casos de coronavirus y a nadie atendió.
No fue para ordenar a su chofer que se detuviera para aceptar un sobre que quiso entregarle una persona de la tercera edad. Fue ajeno a los gritos de: “Devuélvame a mi hija, usted me dijo que me iba a ayudar”. Y al coro: “Que se baje, que se baje, que se baje”.
Una mujer soltó la frase: “¡Cómo no somos la mamá de El Chapo, por eso no nos atiende!” y de ahí se agarró otra para golpear con fuerza el vidrio de la ventanilla del chofer y gritar: “¡Yo no soy mamá del Chapo, pero escúcheme!”. Y nada.
El presidente permaneció impertérrito, dibujó una media sonrisa, cruzó los brazos sobre el pecho en señal de saludo fraterno y vámonos. Un grupo de mujeres gritonas, de campesinos muertos de hambre y médicos que cómo joden, jamás será obstáculo para detener el avance de la 4T.
En Perote, López Obrador presumió: “Si se viniera a Veracruz toda la fábrica automotriz de Ford, no se generarían los 68 mil empleos que está generando el programa Sembrando Vida en Veracruz”.
Tiene razón. Sólo que ninguno de los trabajadores de la automotriz devenga los 5 mil pesos mensuales que perciben quienes se emplean en Sembrando Vida, que de hecho, ganan 4 mil 500 pesos porque los 500 restantes se destinan a una caja de ahorro, según dijo el presidente.
¿Qué tiene que ver la Ford con Sembrando Vida? Sabrá Dios, pero fue un símil que se le ocurrió al presidente. Ignoro si alguna de las plantas de la trasnacional tiene un número de trabajadores así de grande. Pero el día que lo necesiten les bastará con poner un anuncio en las redes y en menos de 24 horas tendrán al doble de aspirantes haciendo cola.
Seguro de estar frente a un grupo selecto de fieles que no lo iban a interpelar, el presidente agregó que para este año, la inversión en Sembrando Vida es de 26 mil millones de pesos, con los que se han creado 408 mil empleos para sembradoras y sembradores y no tardan en alcanzar la meta de 430 mil puestos de trabajo permanentes.
¿Permanentes? Quién sabe qué entienda el señor como permanente. Lo que es cierto es que no son empleos formales, es decir, ninguno de los sembradores y sembradores tiene Seguro Social y otras prestaciones, beneficios con los que sí cuentan todos los trabajadores de la Ford.
Si lo que pretende AMLO es hacer pasar esos 408 mil o 430 mil trabajos como nuevos empleos, que vaya con ese cuento a otra parte. Desde que se terció la banda presidencial hasta marzo de este año, su gobierno ha creado apenas 226 mil empleos (con Seguro Social y toda la cosa) contra más de 2 millones 500 mil trabajadores que perdieron el suyo y se han ido a la calle.
De esta visita quedará para el registro que a López Obrador le importó pura corneta el llanto, desesperación, rabia e impotencia de las madres de los desaparecidos que fueron su bandera de campaña y a las que prometió ayudar. Pero su sevicia no quedó ahí, a principios de mes ordenó reducir en un 75 por ciento el presupuesto a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, con lo que esas mujeres a las que desdeñó ayer por la mañana (y miles más) quedarán en el más absoluto desamparo.
También quedó para el registro que ni siquiera escuchó las peticiones de los campesinos (otra de sus banderas) que están al borde de la hambruna. Y menos de los médicos que a diario arriesgan sus vidas en nosocomios insalubres y con equipo lo que le sigue a deficiente. Qué falta de humanidad la suya. Y qué falta de compasión y de amor al prójimo que tanto pregona.
López Obrador vino a grillar y a hablar de multimillonarios apoyos que repartidos entre cientos de miles, no alcanzan ni para la canasta básica. Pero representan votos para el 2021.
Es decir, vino a hacer campaña a favor de los candidatos de Morena, ya que ni eso puede hacer, ni en eso lo puede ayudar su inepto, incapaz, anodino, huero pero eso sí, muy honesto gobernador de Veracruz.
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