Entre noviembre de 1964 y octubre de 1965 médicos del hospital 20 de Noviembre que pedían mejoras salariales, organizaron varias manifestaciones en la Ciudad de México. El grupo de descontentos creció y exigieron hablar con el Presidente Gustavo Díaz Ordaz que los recibió en Palacio Nacional y altanero como era los regañó. En ese momento se encendió un cerillo.

El 22 de julio de 1968 una batalla campal entre estudiantes de la Vocacionales 2 y 5 con alumnos de la escuela Isaac Ochoterena, provocó la intervención de los granaderos que disolvieron el pleito a toletazos. Ahí el cerillo se encontró con la mecha que denotaría el Movimiento Estudiantil del 68.

En 15 meses de gobierno el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha encendido varios cerillos y los ha dejado arder. La cancelación del NAIM, la fracasada guerra contra el huachicol, el culiacanazo, la creciente violencia e inseguridad, su sospechosa apatía para perseguir a los delincuentes, la falta de obra pública, el desempleo y el cero crecimiento económico, son algunos de los cerillos que ha estado acercando peligrosamente al barril de pólvora del descontento social.

Pero hay una bomba que está latente y es el descontento femenino.

Al cancelar las estancias infantiles dejó en la indefensión a cientos de miles de niños de madres trabajadoras. Y cuando cerró los refugios que albergaban a mujeres maltratadas provocó que muchas regresaran a sus hogares sólo para que sus maridos las mataran.

En ninguno de los dos casos contó con un plan B y la ira de las madres agraviadas así como la de los familiares de las asesinadas está muy viva.

El desabasto de medicamentos que afecta a niños con cáncer ha puesto en pie de guerra a los padres de familia, pero principalmente a las madres. Por meses las han engañado con el cuento de que pronto habrá abasto en los hospitales, pero les han tomado el pelo. Ya hay muertes infantiles por esta causa y la irritación materna crece ante los ojos de un Presidente que simplemente no quiere ver la bronca que se le avecina.

El desabasto ha provocado que los médicos exijan más medicinas y mayor infraestructura hospitalaria para poder brindar un mejor servicio. Pero el Mandatario ni los ve ni los oye.

Los feminicidios han aumentado una barbaridad en esta administración y AMLO ha respondido descalificando y politizando el problema. Esto llevó a las mujeres a organizarse en una marcha el próximo domingo y un mega plantón el lunes con el slogan “El Nueve Ninguna se Mueve” que el Presidente ha tomado como un ataque en su contra.

Este miércoles un baboso disfrazado de periodista que rebuzna al escuchar el nombre de Marco Olvera pidió al jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, que se investigue quiénes están promoviendo el paro de mujeres y entre los candidatos a “investigar” mencionó a la activista y periodista Frida Guerrera que presuntamente estaría financiada por el multimillonario George Soros.

Esta petición la hizo delante del Presidente que dejó hablar al sujeto. Pero Frida que asiste con regularidad a las mañaneras lo puso en su lugar.

Y otro baboso que para colmo forma parte del Mecanismo de Protección a Periodistas de la Secretaría de Gobernación, le dicen el “Falso Pirata” y se llama Paul Velázquez, deseó que la reportera Isabel González recibiera un balazo como el que le dieron a él.

¿Qué es eso, caramba? Estos dos casos son auténticos delitos de odio en los que AMLO ha actuado con tibieza pidiendo a las partes “amor y paz”.

Pero quizá la afrenta más grave que han recibido las mujeres se las propinó el propio Presidente cuando dijo que la venta de los cachitos para la rifa del avión comenzaría el próximo lunes 9. Como provocara un escándalo en las redes la cambió para el día siguiente, aunque no perdió la oportunidad de soltar su veneno.

Si hubiera dicho: “Cometí un error al decir que sería el lunes la venta de los cachitos cuando será el martes” no habría pasado nada. Pero no, había que humillar a las mujeres; les tenía que demostrar quién es el macho: “Fíjense cómo nos confunden, además yo ni me di cuenta, ni tenía en mente que el lunes era lo del paro que se promueve del movimiento feminista…”.

Es decir: Lo que hagan las mujeres me importa pura corneta.

Algunos historiadores dicen que Díaz Ordaz llegó a confiar tanto en el secretario de Gobernación Luis Echeverría, que no vio venir el carambazo del 68 que lo marcó para siempre. De lo contrario habría actuado de otra manera, porque era autoritario pero sabía escuchar.

Eso nunca lo sabremos. Pero aquí lo que importa es que tenemos un Presidente que no le gusta escuchar y al que ofenden los intentos de vivir en paz y la exigencia de seguridad de las mujeres.

A pesar de que algunos lambiscones lo califican como el más feminista de la historia, lo cierto es que nunca un Presidente había sobajado tanto a las mujeres como López Obrador; un macho del siglo XIX.

Nadie desea que a este gobierno le vaya mal porque nos irá mal a todos, pero si a Díaz Ordaz le tronó el cuete por el lado de los estudiantes, a Andrés Manuel le puede tronar por el lado de las mujeres. Aguas, que el horno no está para bollos.

Va a ser patéticamente paradójico que este hombre que anhela pasar a la historia como Juárez y Madero, termine siendo comparado con Díaz Ordaz y Echeverría. Y es que su camino va en ese sentido.

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