El pasado 20 de agosto, Oscar Ricardo Valero Recio Becerra entregó sus cartas credenciales al presidente de Argentina Mauricio Macri, estas cartas lo acreditaban como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México en aquel país. Y un mes después entró a robar en una librería.
Las cámaras de la librería El Ateneo, ubicada en la calle de Santa Fe en pleno corazón de Buenos Aires, lo captaron en el momento que entra al lugar y se dirige a un estante de donde toma un libro que oculta entre las páginas de un diario.
El tipo paga el precio de dos libros y sale como si nada, hasta que un guardia de seguridad lo hace regresar y le pide el ticket de compra que coteja con los libros. Y éste sólo amparaba la compra de dos.
El robo ocurrió en octubre aunque no se precisa la fecha. Pero la grabación se dio a conocer este fin de semana y ocasionó un revuelo bárbaro en redes sociales.
Si el hurto lo hubiera cometido un estudiante desmadroso vaya y pase. Pero que lo cometiera un embajador… ¡UN EMBAJADOR! y que sea mexicano, qué pinche vergüenza.
Y para vergüenzas van unas muestras.
En el Mundial de Francia en 1998 al mexicano Rodrigo Rafael Ortega que andaba hasta las manitas festejando al Tri, se le ocurrió orinarse en la Flama Eterna del Arco del Triunfo en París y por supuesto la apagó. La flama llevaba encendida la friolera de 75 años ininterrumpidos.
Cuatro años después en el Mundial Corea-Japón, otro mexicano hizo su numerito al accionar, sin ningún motivo, la palanca de emergencia del Tren Bala de Tokio que corría a 250 kilómetros por hora. ¿Quién fue? Quién sabe. El vagón donde se accionó la palanca iba repleto de mexicanos que primero muertos que rajones.
En el Mundial de Sudáfrica 2010 otro paisano le puso un sombrero de charro a una estatua de Nelson Mandela; hecho que fue calificado por el gobierno de ese país como insulto nacional. Y otra más; durante el encuentro México-Camerún en el Mundial de Brasil 2014, varios mexicanos fueron exhibidos en videos robando cervezas en el Estadio Das Dunas de Natal.
Roberto Madrazo Pintado, ex presidente nacional del PRI, ex candidato a la presidencia de la Republica y reconocido fullero político, hizo trampa en el maratón de Berlín realizado el 30 de septiembre del 2007. Resulta que abandonó la carrera en el kilómetro 20 y reapareció hasta el kilómetro 35. Esos 15 kilómetros los hizo en 20 minutos con lo que ganó de calle a los competidores de la categoría de entre 55 y 59 años (en ese entonces Madrazo tenía 55 años). Pero una vez que se hizo la investigación, fue exhibido a nivel mundial como un soberano tramposo.
En el caso del embajador Recio Becerra, no se sabe si la librería le exigió pagar el precio del libro o si apeló a su status de diplomático para evitar un desaguisado mayor. Lo que sí es un hecho es que el escándalo del video obligó al titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard a llamarlo con urgencia, y adelantó que si se comprueba el hurto, lo cesará de inmediato.
Que fulanos como los arriba mencionados deseosos de notoriedad pongan en ridículo a todo un país, es algo que no debe sorprendernos. Que existan sujetos tramposos como Roberto Madrazo tampoco debe asombrarnos. Lo que sí molesta y avergüenza son acciones deleznables como la realizada por Oscar Ricardo Valero Recio, porque es un embajador y a los embajadores se les tiene por personas respetables y no por vulgares ladrones.
Con tantos blasones profesionales y académicos; con la amistad y confianza de años que le profesa el Presidente Andrés Manuel López Obrador ¿qué necesidad tenía de robarse un libro que pulverizó en segundos sus blasones y pulverizará su amistad con el Presidente?
¿Qué le va a decir a Ebrard? ¿Que padece cleptomanía senil?
Qué pena, caray. Para vergüenzas no gana uno con estos tipejos.
Pérez Astorga con el G-10
El viernes anterior estuvo en la mesa con los columnistas del Grupo de los Diez el Senador por Morena, Ernesto Pérez Astorga. Político proveniente del sector empresarial Ernesto llegó a la curul como suplente de Ricardo Ahued que actualmente ocupa la Dirección General de Aduanas. Según sus propias palabras, ha tenido que trabajar a marchas forzadas para empaparse del protocolo en el Senado y de los problemas del país.
Durante la charla, el Senador no dejó ninguna pregunta en el tintero y habló con franqueza de todos los temas; hasta de futbol.
Dijo que es una tristeza que un equipo como el Veracruz con tantos años de existencia, termine sus días desafiliado debido a malas administraciones. Pero manifestó su confianza en que con el apoyo de empresarios y el gobierno estatal, el club renazca para satisfacción de la afición y de la sociedad.
Agregó que uno de sus deseos es reunirse con todos los diputados de su partido para que juntos armen proyectos que favorezcan el desarrollo de la entidad. Sobre el presupuesto para el 2020 dijo textual: “Se va a oír feo, pero no hay nada que hacer”. Indicó que se redistribuirá de la mejor manera y confía en que se pueda hacer mucho, sobre todo en infraestructura carretera, y que los recursos no ejercidos este año se destinen a programas sociales.
La charla, que se extendió por espacio de dos horas, estuvo salpicada de anécdotas sobre su quehacer político, así como del trabajo que desarrolla en el Senado. Pérez Astorga es muy cercano al gobernador Cuitláhuac García con quien dialoga con frecuencia, pero también es muy cercano a la sociedad veracruzana. Su casa de gestión está abierta a todos los veracruzanos sin distinción de partido.
Indicó que a pesar de los problemas, ve con optimismo el futuro y confía en que todos los sectores de la sociedad y el gobierno se conjuguen en uno solo para sacar adelante los proyectos que hay para Veracruz, y que la entidad reciba el impulso que se merece. Que así sea.
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