Este fin de semana se dio a conocer que de enero a septiembre se perpetraron en Veracruz 146 feminicidios que colocan a la entidad en primer lugar nacional en ese delito. Como bien sabes lector, esta información la da a conocer mes con mes el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

¿Son una exageración 146 feminicidios? Si fueran una mentira sí. Y ojalá lo fueran, porque eso querría decir que alguien con muy mala leche estaría descalificando el esfuerzo del gobierno estatal por brindar seguridad a la población, en especial a las mujeres.

Pero el dato es duro, crudo, brutal y verdadero. Aunque no para el Gobernador Cuitláhuac García que en conferencia de prensa y a comentario de una reportera que le dijo: “Seguimos en el número uno de mujeres que están matando en Veracruz”, contestó: “No, o sea, no exageren. El problema es grave, lo estamos atendiendo y vamos en eso. Estamos en la ruta, eso es lo bueno”.

Después de diez meses de escucharlo desatinar verbalmente, era para que ya nos hubiéramos acostumbrado a sus dislates, pero el ingeniero mecánico y mandatario estatal no deja de sorprender.

¿Cómo puede ser que minimice la muerte de 146 mujeres brutalmente asesinadas; muchas delante de sus hijos y la inmensa mayoría en el interior de sus hogares?

El feminicidio es un problema de seguridad estatal que el Gobernador se ha negado a dimensionar; es un crimen que corroe las fibras más sensibles de la sociedad porque nunca como en estos tiempos las mujeres veracruzanas habían estado tan inermes. Pero Cuitláhuac García, insensible al drama, pide que no se exagere y asegura: “Lo estamos atendiendo; estamos en la ruta”.

Eso es falso.

Si en efecto se estuviera atendiendo esa pesadilla, al menos la mitad de los asesinos de esas mujeres estarían en prisión. Como contraparte, no pasa una semana sin que nos enteremos que en algún punto de la geografía veracruzana una mujer fue ultimada con saña por su padre, padrastro, esposo, novio, amante, hermano, el vecino o los delincuentes.

De acuerdo también con el Secretariado Ejecutivo, el homicidio doloso bajó un 34 por ciento en la entidad y de ahí se agarró Cuitláhuac para presumir de un ligero repunte en la seguridad: “Ahí están los resultados, esto no quiere decir que no se cometan los delitos, pero ya van para abajo por fortuna”.

Qué bueno que bajen los homicidios dolosos, pero qué malo que Veracruz siga sangrando por los feminicidios.

Y más malo que se califique la muerte de 146 mujeres como una exageración cuando son una terrible y vergonzosa realidad.

Quienes han exagerado pero en su indolencia e inoperancia son las autoridades estatales, incapaces de brindar seguridad a 4 millones 200 mil mujeres, que son poco más de la mitad de los 8 millones de habitantes que tiene la entidad.

Al criticar y fustigar a Duarte y Yunes por los crímenes cometidos en sus administraciones, Cuitláhuac García escupió para arriba. Los feminicidios ocurridos hasta septiembre de este año están pintando a su gobierno como el más violento de la historia. Esas 146 mujeres asesinadas son “sus muertas”; las muertas de Cuitláhuac.

Más los asesinatos dolosos, feminicidios y otros crímenes que por desgracia ocurrirán en los cinco años y dos meses que le restan a su mandato.

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