** Hoy Día de la Virgen de Guadalupe, en las inmediaciones de la ciudad de Veracruz y en los atrios de pequeñas Iglesias y en las calles, se vive la fiesta de “La Lupita” no con menos fervor, pero sí con menos muchedumbres.

 

** Algo le pasó a Veracruz y mañana sabremos si ocurrió igual por todo México: pero por lo pronto, no vimos las multitudinarias y ruidosas “peregrinaciones” por carreteras ni los bloqueos debido a ellas; no oímos tampoco la intensa ostentación de la cohetería.

 

** Acaso, anoche, un tuntún de “cuetes” que puso en jaque a perros y gatos y angustió a los dueños que sufren la angustia de los que no saben qué pasa. Sin embargo duró poco: a lo sumo un par de horas por diversos puntos de la ciudad de Veracruz.

 

** En los Mercados de la ciudad de Veracruz, no se requirió ni siquiera “operativo” por la venta de cuetes, o no lo informaron los del ayuntamiento porteño: ocupados como andaban en el primer informe del alcalde Fernando Yunes. Pero es evidente que los puestos que se preparan para la Navidad y Fin de Año, se han mostrado cautelosos: “no hay ventas…” dice un resignado locatario mientras señala, a la vista, su charola de artificios de pólvora.

 

** El arribo de la Cuarta Transformación en México, ha dejado en muchos un sentimiento de laxitud: después de años de lucha en las calles, la frontal pelea por la defensa del Voto y la que se pensaba inacabable demanda por el Respeto a los resultados que favorecieron dos veces a Andrés Manuel; ahora, en “la tercera es la vencida”, ha sobrevenido el cansancio generalizado: ya sólo se espera que se cumplan todas las promesas. Pero de mover un dedo: la verdad poco, acaso nada.

 

** Esta sensación parece impregnar las manifestaciones religiosas: un taxista jarocho, sin gritar ni gesticular, más bien platicando como si fuera un secreto, en un trayecto de Mocambo al centro de la ciudad, me dice que AMLO “es el enviado, nos lo decían en las Iglesias: que tendría que venir alguien a México a componer todo esto que ya ve usted cómo estaba…” lo dice y respira hondo. El resto del trayecto lo hace en silencio. Después de pagar y decirle “me bajo aquí…”, me confía: “yo le voy a escribir una carta a Andrés Manuel. Él nos puso el ejemplo de que cuando uno quiere se puede. ¿Usted cree que la lea…”?

 

***

 

** Mi amiga Cristina y yo coincidimos en que si no tenemos una fotografía vestidos “de inditos” no tuvimos Infancia.

 

** Y es que gran parte de los niños mexicanos de ayer, compartimos un recuerdo hoy: cuando de niños nuestros padres nos vistieron de “inditos” y peregrinamos a los distintos “Cerros del Tepeyac” que la Iglesia Católica instala para propalar la Fe y para regusto de los Papás y Mamás.

 

** Y así fueron muchas generaciones anteriores a ésta, peregrinando contagiados de un fervor religioso incomprensible para nuestras edades, pero muy emotivos: nos sentíamos identificados al ver a otros niños con bigotes de carbón y sombreros de palma, o niñas con trenzas larguísimas de estambre negro; cargando muñecos como si fuesen los hijos del futuro; mecapales que nos raspaban la frente; rebozos cuyos flecos pisábamos y canastas de frutas que nos pesaban en los brazos regordetes y menudos.

 

** En lo personal conservo un Recuerdo intenso, hermoso, único, de uno de esos tantos 12 de diciembre y al arrullo coral de centenas de voces “la Guadalupana/la Guadalupana/la Gaudalupana desde el Tepeyac…” me recuerdo pequeñita de escasos cuatro años, caminando con huaraches, refajo, falda larga y blusa bordada blanca; con un rebozo cruzado a mi espalda con mi muñeco “Pepe” sobresaliendo detrás por mi cara del lado derecho; en la cintura un “huacal” con un pollito vivo, y de remate cargo una canasta. Llevo aretes de madera pintada en negro y florecitas rojas, mi mamá me ha pintado también los labios de rojo y me ha hecho dos trenzas en mi pelo “de nubecilla” de puntas amarillas eternas, como de pescador asoleado. No llevo estambres como otras niñas. Me recuerdo tranquila y grave, caminando pesadamente, llevando una carga desacostumbrada y de tanto en tanto, la risa gutural de mi mamá a mis espaldas. Esa risa cómplice, cálida, que me acompañó durante muchos años más…

 

** ¿Qué mejor y mayor Fe a una Virgen en su advocación indígena y morena, que el recuerdo nítido y perenne de la propia Madre?

 

** Felicidades hoy a todas las Lupes. Las Lupitas. Las Guadalupes.