¡Tarek en NuevaYork, Silva en Cuba, Mota en Canadá..!

 

Bien se dice que en política nada responde a la casualidad.

Mientras Miguel Alemán, semanas antes del final de su mandato en 2004, contrataba empréstitos por 3 mil 400 millones y Fidel Herrera hacía lo propio en 2010, despachándose 10 mil millones de pesos, Javier Duarte, esfumaba 61 mil millones de pesos tras un sexenio de saqueos y complicidades.

El alumno resultaría mejor que el maestro.

En realidad, Javier Duarte siempre supo lo que heredaba. Lo supo desde que manejó las finanzas del populista gobierno de Fidel y ya con el poder y el dinero público en sus manos, preparó la estafa maestra.

Así, para alcanzar sus propósitos dedicó todo su sexenio a tejer una poderosa red de complicidades. Se entregó asimismo a estudiar el nuevo sistema de justicia penal, el cronograma del hurto y las puertas de escape.

Hizo coparticipes al Presidente de la república, a gobernadores, a su sucesor, a sus colaboradores, a su partido a nivel nacional y estatal representado en ese momento por Manlio Fabio Beltrones –mil 300 millones para la Operación Zafiro-, a candidatos a cargos de elección popular y también a la oposición de izquierda.

Sigue en esa extraña nebulosidad la relación financiera que tuvo en 2016 con Morena y la presunta entrega de 800 millones de pesos a Cuitláhuac García, denunciada por el entonces candidato priista Héctor Yunes cuando el 30 de abril del año pasado declaró: “Fui informado por gente dentro de la Casa de Gobierno que a Cuitláhuac sí le entregaron (800 millones); en dos ocasiones le llenaron de maletas una camioneta Grand Cherokee, polarizada, negra”.

El otro Yunes, el gobernador, también descobijó la relación con su antecesor al revelar que “Morena recibía (de Duarte) 2.5 millones de pesos mensuales” y que en ese ajo también estaba metido Fidel Herrera.

Cierto o no, en torno de Javier Duarte se tejieron leyendas que en los hechos se tradujeron en un señalado desvío de 61 mil millones de pesos que fueron a parar, la mayor parte al bolsillo de gobernante, pero también a una red de complicidades que urdió.

Inversiones inmobiliarias fue su fuerte siempre apoyado por sus amigos de la Ibero. Se dio además lujitos extra como ser socio de un equipo de futbol de España y aliarse con gobernadores en jugosos negocios inmobiliarios.

También colmó a la prensa afín tanto estatal como nacional. A la radio y la TV le llovió dinero infinito del cielo duartista.

Y la familia, por supuesto, fue parte sustantiva del ilegal entramado. A ella le dedicó un importante espacio de poder y dinero. Su madre y hermanos fueron forrados y al suegro, a don Tony Macías, lo dejó hacer y deshacer.

Para doña Karime el mérito de hacer planas y planas de “¡Merezco abundancia!” fue largamente recompensado. Ella sería el eje del cuidado de los centavos, no tan centavos -61 mil millones de pesos- al quedar como la depositaria total de su fortuna e inversiones.

El juego no fue fácil. Resultó laborioso, arduo.

Ya con las cajas de huevo atascadas de dinero se dio a la tarea de colocarlas en distintos gallineros: paraísos fiscales, inversiones en aerolíneas, desarrollos inmobiliarios, etc.

La historia de la aprehensión.

La fuga de Duarte se registra tras una inesperada solicitud de licencia a 48 días del fin de su mandato en 2016, lo cual daría un giro al acuerdo pactado con Bucareli tras de una fuerte discusión del aun gobernador con Miguel Angel Osorio Chong, originada por el repetido desprecio y enfriamiento de la relación del veracruzano con el presidente Peña Nieto.

A Duarte se le había asegurado que un tribunal federal echaría abajo la victoria electoral de Miguel Angel Yunes, quien al enterarse adelanta que cimbraría a México con importantes revelaciones.

En la realidad sólo cimbraría a Los Pinos, lo cual daría lugar a que se encendieran los focos rojos que le permitirían la legitimación de la victoria de Yunes Linares prácticamente en la víspera de su toma de posesión.

Duarte, ya de pelada, se esconde en el rancho “San Francisco” de su suegro en la comunidad de Villa Flores, al suroriente de Chiapas, desde donde inicia repetidas rondas de negociaciones hasta alcanzar un acuerdo.

Migraría de Chiapas a Guatemala días antes de la faramalla de su detención el 15 de abril del año pasado para hospedarse en un hotel de “lujo” en el municipio de Panajachel, en el departamento de Sololá, a donde llegó acompañado de su esposa e hijos.

Sin dramas, incluso sonriente, tras la aprehensión se deja fotografiar en el lobby del hotel donde se le ve esposado.

Días después Karime y sus hijos salen a Europa desde donde sorpresivamente se filtra “haber iniciado un proceso de divorcio desde Paris” (Sol de México 6/07/2017) quedando como depositaria absoluta del patrimonio de los Duarte/Macías.

 

50 días después de la detención del ya para entonces conocido como el “peor saqueador del siglo”, la casa presidencial anuncia una inesperada “visita de Estado” a Guatemala del presidente Enrique Peña Nieto, a donde llega el 5 de junio para concretar temas de medio ambiente y migración no abordados entre presidentes en 23 años de manera directa.

Fue ahí donde se teje un juicio de extradición limitado a débiles acusaciones, incluso una de ellas que lo hubiera puesto en prisión hasta por 40 años por “operaciones con recursos de procedencia ilícita y crimen organizado”, fue cambiado por la propia PGR a “asociación delictuosa” que no ameritaba cárcel.

Fue ahí, ese 4 de julio de 2017 cuando después de la audiencia ante el juez le gana la risa a Duarte y en plena euforia recita la peculiar frase: “Paciencia, prudencia… dominio de la ciencia y presencia o ausencia, según conveniencia”.

Duarte solo tendría que esperara con “paciencia” y “prudencia” una tan anunciada como generosa sentencia misma que a veces amenazaba desbordar ante las balandronadas de Miguel Angel Yunes.

El 17 de noviembre, ya en el Reclusorio Norte, Duarte declaró: “Me estoy mordiendo un huevo por no decir todo lo que tengo que decir y el otro para no mentarle su madre a Miguel Angel Yunes”.

La “prudencia” y “paciencia” en otras oportunidades se le acabó en repetidas cartas aclaratorias al periodista Ciro Gómez Leyva donde mostraba su impotencia ante señalamientos que eran difamatorios para él y su esposa al tiempo que reiteraba acusaciones legales contra Yunes.

El juego, sin embargo, terminó el pasado fin de semana con un virtual usted disculpe de la autoridad para don Javier Duarte de Ochoa, quien se embolsa 61 mil millones de pesos luego de aceptar la culpabilidad en delitos que lo tendrán en prisión tres años con un mes.

A las 8 de la noche con 12 minutos el juez federal Marco Tapia preguntó a Javier Duarte. “¿Admite usted, en este momento, la responsabilidad en los delitos que se le imputan?”

Impertérrito Javier Duarte, con 30 kilos menos de peso y larga barba, mirando al juez con un dejo de satisfacción respondió:

“En base del principio de lealtad y de institucionalidad que rigen mi conducta, si, su señoría, la acepto”.

No titubeó, no parpadeó y, en efecto en base a su “lealtad” con el presidente e “institucionalidad” con la nomenklatura acataba el acuerdo pactado con dos presidentes de la república.

Un acuerdo cuidadosamente armado por el hoy archimillonario Javier Duarte, quien fue el más cabezón de todos, por un Javier Duarte otrora carga maletas de Fidel y de oficio panadero.

Jugó y ganó.         

Su mayor mérito en la estafa perfecta de quien en breve veremos paseando del brazo de la súbdita Karime, en Piccadilly Circus, sería hacerse del mayor número de cómplices útiles al momento y desechables a futuro.

Al declararse culpable de haber hecho negocios con empresas fantasma, el infierno que sigue será para los Duartistas.

Ya por lo pronto pusieron tierra de por medio Tarek Abdalá quien huyó a Nueva York, tiene la dos nacionalidades. Alberto Silva brincó a Cuba, Adolfo Mota, obtuvo su pasaporte en Xalapa y tomó un vuelo a Canadá y el ex tesorero Carlos Aguirre que, hasta donde se sabe, está escondido en algún punto de Veracruz.

A Vicente Benítez y Juan Manuel del Castillo se les acaba el fuero el 4 de noviembre a las cero horas y Arturo Bermúdez, Audirác, Gina Domínguez y el “gordo” Valencia tendrán que enfrentar nuevos cargos desde prisión.

Juan Antonio Nemi y Flavino Díaz, que siguen el proceso jurídico desde sus domicilios por razones de salud, solo podrán ver la luz de la libertad total una vez que se vaya Yunes Linares.

¡Duarte, feliz!  

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo