Durante su gira de la victoria, concebida para apaciguar al tigre ante tanto bandazo, Andrés Manuel López Obrador vuelve a aplicar su “pedagogía política” de campaña, sintetizando su mensaje con eufemismos, parábolas o frases populares, sin reparar o asumir a cabalidad, la responsabilidad de un gobernante.

 

El que un presidente electo recrimine a prensa y a críticos, con discursos de odio y los catalogue como conservadores, es un riesgo que no calcula para el ya de por si vulnerable grupo reporteril, ya que las condiciones del gremio periodístico no son las mismas de cuando sus fanáticos linchaban a la prensa “fifí” en el zócalo por cuestionar el poder del entonces candidato.

 

Periodistas responsables requiere un gobierno responsables y únicamente hay un camino, el de los PERIODISTAS INDEPENDIENTES para cancelar la subordinación de los poderes institucionales o fácticos. Para que haya un periodismo profesional, se necesita un jefe de gobierno comprometido, que valore, respete y apoye la contribución de todos los actores sociales en la construcción de una convivencia para la paz y justicia, sentando las bases que propicie los derechos de la libertad de expresión y derecho a la información.

 

El discurso antiprensa López obradorista lo ostenta desde que creó los conflictos postelectorales. No distingue entre los empresarios mediáticos, donde cada vez más políticos se apropian de los medios de comunicación, y los periodistas -en condiciones laborales y sociales infaustas-, que a diario resisten la violencia política y social porque los hace pagar culpas ajenas.

 

No es la primera vez que Andrés Manuel revive su desprestigio a los medios y describiendo a periodistas que lo fiscalizan, como conservadores o liberales para polarizar el ánimo de sus seguidores contra el eslabón más débil de la cadena de la información.

 

Diversos razonamientos se esparcen sobre su obviada ira contra las y los periodistas, que vienen de recibir el menosprecio y una campaña de extinción en el sexenio de Peña Nieto, y ahí están las cifras de asesinados, desempleo por cierre de empresas, intimidación, demandas judiciales, espionaje, acoso y otras linduras.

López Obrador responsabilizó a “La prensa ‘fifí’ de sacar de contexto las cosas, sacando las podridas” porque argumentó… “no quieren que se afiance nuestro proyecto de transformación, de cambio”.

 

Para contextualizar la reacción del próximo presidente, recuerdo la advertencia de organizaciones interamericanas e internacionales acerca de que las mayores amenazas a la libertad de expresión en Latinoamérica son las acciones de los Gobiernos autoritarios, de la criminalidad, la corrupción e impunidad.

 

Reporteros sin Fronteras (RSF), organización especializada en el análisis y la evaluación del derecho de informar y de ser informado, ha alertado en su último informe anual que la libertad de prensa anota otros atentados, como son la posverdad o informaciones falsas y la retórica antimedios, promovida por líderes, desde donde crecen la voces de gobiernos autoritarios para cancelar las libertades de todas las personas, no sólo de periodistas o medios.

 

La mirada del periodista libre sobre las acciones de los gobiernos es determinante y es una libertad amenazada de muchas formas, como lo establece la ONU en su constante monitoreo: “Censuras directas a través de leyes que no respetan los estándares internacionales, concentración de medios, violencia contra medios y periodistas, impunidad en los crímenes cometidos contra medios y periodistas, violencia digital, auto-censura, entre otras”.

 

La libertad de Prensa en México se encuentra hoy más amenazado de lo que estaba hace 10 años, las advertencias que se ciernen sobre el derecho a una información independiente, plural y transparente.

 

La violencia contra los periodistas no es un tema nuevo en el mundo pero si en la última década y sobre todo los dos últimos años se evidencian nuevas y preocupantes amenazas. La campaña para construir un escenario colectivo, de clima de odio contra los periodistas, sucede en todos los países en el mundo, inclusive en los que se autoproclaman como libres y democráticos.

 

La falta de recursos para Medios libres, la falta de protección, la concentración de los medios y más jefes de estado que no ven en el periodismo un garante democrático, sino un adversario, son otros amagos a la liberta de prensa.

 

En suma, el populismo y las teorías conspirativas están estrechamente vinculados y dan pie a las amenazas a la libre empresa, que van con un mensaje directo a la libertad de prensa.