Peña Nieto se despide, pero no sin justificarse con una espotiza infructuosa y  calculada en el culto a la personalidad. De cara al sexto informe de gobierno (1 de septiembre), difunde por 12 días una costosa propaganda irrelevante para el daño de imagen que afronta. Alega en la autopromoción que mucho ejecutó, y que el tiempo y la historia le harán justicia. Cita que “organizó el futuro de las nuevas generaciones y que el país es mejor que hace seis años”.

 

Se entiende con la propaganda que Enrique Peña Nieto le apuesta a que el presidente entrante fracase estrepitosamente para que en un ejercicio comparativo la población mexicana agraviada lo absuelva. No hay otra manera de explicar lo que aduce, o tal vez sí. Tiene esa rara enfermedad de los presidentes de negar su realidad, cercada por los intereses de los más ricos de este país, los que lo formaron y encumbraron para hacer gobernante.

 

Ahí están las urnas como espejo de Tezcatlipoca, que le muestran a EPN que el “enojo social” está basado en el dolor y la desesperanza que deja su manera de gobernar. No en balde anuncia que al terminar su mandato concluirá su carrera política. Según Mitofsky en los primeros meses el último año de gobierno de Peña, sólo el 6 por ciento de los encuestados opinó que cuenta con el liderazgo suficiente para dirigir al país y a escasos meses que termine su gestión el 1 de diciembre, sólo el 21% de los mexicanos aprueba su desempeño ye ntre ellos los mismos priistas. Se va como el presidente que logró el menor porcentaje de aprobación de gobierno de los últimos 30 años y, para eximirse de las críticas culpa al tradicional “canibalismo” al final de un sexenio, que él lo padeció casi 5 años.  

 

Su visión de gobierno, de ejercer el poder, de hacer política lo hundió. “Él no entendió al México que estaba queriendo gobernar. Entendía a las élites, y se relacionaba bien con sus élites a través de los métodos que él había aprendido en el Estado de México”, explica Sergio Aguayo.

Los factores de su debacle no son desconocidas, hasta en serie de televisión de paga se exhibe la negra agenda en donde destaca su talón de Aquiles : LA CORRUPCIÓN: Escándalos como Casa Blanca, gobernadores del PRI y PAN saqueando a la población, Tráfico de influencias, desvío de recursos, Odebrecht, inseguridad laboral,  abuso de poder, etc.

 

INSEGURIDAD- después de que el 2017 se calificó como el año más violento del que se tiene registro en el país, en 2018 se rompe récord en el primer trimestre. Se despide con un país bañado en sangre y lágrimas. Desapariciones y homicidios se disparan por la impunidad. Los estudiantes de Ayotzinapa,  apens evidenció lo que hacen, y siguen haciendo, con los jóvenes en México.

REFORMAS. Reforma Educativa (1) y Nochixtlán dónde se  reprimen a los  líderes y responsabilizan a los maestros de la mala educación de México.

REFORMA ENÉRGETICA (2) que solo beneficia sus negocios y a los cuates  que por debajo del agua explotan el huachicoleo.  

Reformas y más reformas que no benefician a las personas sino a grupos de interés.

 

LIBERTAD DE EXPRESIÓN.-  Indolencia con la prensa. La censura, persecución y asesinato de periodistas para preservar la impunidad que rodea a la corrupción, con un gasto millonario en publicidad y canalizada a apropiarse de medios, o de ofertarla a sus padrinos, evidenció su enojo presidencial contra quienes exhibieran la red para hacer fraudes.

 

En las urnas el PRI no monopolizó el rechazo como él piensa, EPN contribuyó con creces. Los votos superaron los arreglos cupulares para evitar que México cayera en un estallido social,  que al Fondo Monetario o, el nombre que usted quiera ponerle a quienes manejan este mundo,  no les convenía. Tener un polvorín, guerra civil, o revolución en el traspatio de Estados Unidos desencadenaría una crisis económica y diplomática sin precedentes. El discurso de Trump sobre el muro no es gratuito, si bien resulta una bandera electoral, va en serio para contener a los mexicanos que naturalmente brincarían al vecino país del norte, ni modo que corrieran a Centroamérica.

 

Peña reconoce, en entrevistas muy bien pagadas a sus aliados y medios, que su Gobierno dejó asignaturas pendientes y pide perdón pero, ¿de qué les sirve a las víctimas de su gobierno? De la desaparición forzada, trata de niños y mujeres, tráfico de personas, feminicidio, desempleados, quiebras por el robo de gobernadores que alzó como la nueva clase priista, debilidad institucional, de acabar con el estado de derecho y empujar a toda una población hacia el desorden, donde sólo existe la ley del poder corrupto.

 

El incremento de la desigualdad, violencia y corrupción es irrebatible. Lo dijimos cuando tomó protesta sin definir más que negocios en sus 5 ejes. El encarcelamiento de Javier Duarte -a punto de salir- no alcanza para tapar la fétida fosa donde nadan sus funcionarios de alto nivel mientras millones mueren porque se llevaron el patrimonio nacional. Lejos de avanzar en abatir la corrupción, siguen y seguirán sustrayéndolo porque las Reformas las hicieron a modo transexenal para saquear. No sólo fueron omisos sino que actuaron con abyección, mientras arrojaban a sus gobernados  en las garras de quienes arman, con Aka 47 o reformas “estructurales”.

 

Y si, EPN movió a México pero en sentido contrario a lo que prometió.