Reseña

Jorge de la Cruz

La sobrepoblación, problemática actual, real y que sirve como el motor para poner esta tragicomedia con tintes de ciencia ficción en movimiento, ya que, como una solución a este problema, científicos noruegos descubren la manera de reducir el tamaño de un ser humano a tan sólo 5 pulgadas.

Como puede esperarse, la razón por la que alguien se sometería a este proceso irreversible es, la economía, pues el dinero vale muchísimo más cuando eres miniaturizado, haciendo que puedan llevar una vida de millonarios casi de inmediato.

Y es que en lo que parecía ser una versión rara de “Querida encogí a los niños” pude encontrarme con una cinta con más alma de lo que aparentaba.

Cuando Paul Safranek (Matt Damon) busca darle una mejor calidad de vida a su esposa Audrey (Kristen Wiig) tomando la extrema decisión de someterse al proceso de reducción con el fin de así, poder llevar una vida más cómoda y holgada en materia económica.

Sin revelar mucho, las cosas no salen acorde al plan para ellos, por lo que ahora todo deberá girar en lo difícil de un nuevo comienzo.

Si bien todo comienza con esa decisión de aventarse a lo desconocido, el salir de la zona de confort, también vemos reflejado lo complicado que es volver a empezar, lo aterrador que resulta este proceso, aunque también es en su esencia, enriquecedor en todos los sentidos.

Sin embargo, la historia flaquea, y mucho, en encontrar su enfoque, ya que no sólo se nos muestra esta parte introspectiva y la lucha por reiniciarse en Paul Safranek, la cinta también quiere tomar parte en el aspecto científico, en el económico y obviamente en el ecológico, quiere abarcar tanto, que termina por no abarcar nada.

Algunos efectos especiales dejan mucho que desear y ciertas tomas no logran reflejar la magnitud de lo que representa tener personas que miden menos de cinco pulgadas, por lo que la misma historia se olvida de por que comenzó todo esto.

Si nos enfocamos en la parte esencial de la historia, “Pequeña Gran Vida” resulta una película lo bastante entretenida y hasta reflexiva, como para hacer que valga la pena el costo de la entrada, únicamente por mostrarnos lo que significa, saltar al vacío, tocar fondo y dejarnos llevar, dejarse fluir para volver a encontrarnos, para reencontrar nuestra naturaleza al deshacernos de todo lo que nos daba miedo perder, que los grandes cambios, los que valen la pena, no son una cuestión de salir y cambiar el mundo, no, es en realidad mucho más simple… cambiarle el mundo a alguien.